A la historia y a la experiencia me remito, muy pocas cosas hay más fáciles de conseguir que engañarnos a la gente del campo. Y a pesar de que el agricultor tiene un sexto serntido permanentemente activado, más le cunde al político en embaucarlo, timarlo y traicionarlo. Cuando esta estafa se continua en el tiempo, la alarma se dispara, sobre todo porque la exigua economía agricola, siempre tiene el alma en vilo a causa de mil factores reales de riesgo, siempre menguante, siempre pendiente de un hilo, termina cayendo a un pozo sin fondo del que no se puede, ni se sabe, ni te dejan salir.
A los hombres y mujeres del campo les ataca de todo. Un sin número de plagas, contratiempos y vicisitudes machacan por doquier; cuando no tose mariquilla. Casi siempre, no se ha salido de una calamidad, cuando ya nos hemos metido en otra. El capricho del clima, la disponibilidad de agua, las plagas, la calidad de la planta, la floración y los productos fitosanitarios, la oportunidad de los trabajos, la disponibilidad de mano de obra, las averías mecánicas..., y los precios; lo caro que está todo, menos la cosecha, la queindefectiblemente hay que regalar, malvender, echarsela a los animales o dejar que se pudra en el campo.
Pero lo que más me alucina son nuestros políticos. Esos que no tienen conciencia de que son alcaldes, concejales, diputados y gestores, por no decir comeollas, en un entorno agrícola. Viven como si ejercieran en Nueva York, el campo, para ellos, es eso que se ve por la ventanilla del coche nuevo cuando salen del pueblo y van a la capital a sus chanchullos, o al bar del polígono a tomarse un copazo, y de camino a ver como pasan por la puerta y glorieta los "mogotes" que les votan, afanados en sus viejos tractores o furgonetillas, fatigados, comidos de sudor, polvo y deudas.
Los medios de comunicación también pecan de lo mismo. Sorprende, o no, ver como en un Jaén lleva lustros cuesta abajo y sin frenos, millones de olivos han perdido su valor, las vegas, otrora fértiles huertas, ya solo quedan en manos de cuatro supervivientes hortelanos que no saben como acertar.., y el resto para hacer casillas de supuesto recreo para parados. Estos medios no se enteran, ayer no acertaron a describir el problema, solo les interesaba ver neumáticos ardiendo, la bronca de los agricultores y las porras de los guardias civiles (por cierto, si son de Jaén, hijos y hermanos de campesinos). Y la realidad, la verdad, el trasfondo, la problemática, las causas, los errores, los balones fuera, los verdaderos cusantes, los sufrimientos callados..., las posibles soluciones, para cuando. Cuando se van a enfocar y encarar las cosas como dios manda, para cuando las verdades del barquero.
Esto es un problemón, es la muerte de una cultura, la ruina de una civilización y de todo un pueblo, es la defenestración y agonía de una forma de vida, conformada por el olivar durante siglos, por inanición, es un genocidio cultural y económico programado, planificado, buscado y ejecutado concienzuda, milimétrica y eficázmente. Nos están machacando. Llevan años machacando el campo y a los agricultores, realizando una reforma agraria encubierta en la que no hay sitio para los humildes. Y anda mucha gente en el ajo.
No tiene, si no, sentido que los precios de producción lleven años por debajo de los precios de venta en origen. Sistemática y continuadamente, van rotando los productos que les toca ir a pérdidas, sin descanso, sin prisa pero sin pausa, se va desangrando la economía de las familias y se van arruinado, quedando cada día menos labradores dispuestos a seguir indefinidamente perdiendo el tiempo, el dinero, la salud y las energías. Futuro ya no les queda. Cuando abandonen quedarán los pueblos vacíos, volverán los grandes latifundios..., y habrá mano de obra barata de sobra para emplear, desplazar o dejar parada según convenga.
Cuando hay mucha diferencia entre el precio en origen y el que pagan los consumidores, hay que preguntarse quién se lleva la plusvalía. Porqué es mucho más rentable ser intermediario que productor. Porqué pasan las hortalizas por tantas manos, viajan tanto y se encarecende esa forma antes de llegar al destino final. Solo hay una respuesta. Está diseñado el sistema así porque hay intereses detrás. La huerta del sentido común, protegida, ecológica, de comercio justo, de cercanía, no interesa, no genera "riqueza" e impuestos. Todo lo que se mueve tanto, pasa por tantas manos y emplea tantos recursos, paga necesariamente muchos impuestos. Un tomate comprado y vendido varias veces, transportado, envasado y paseado por las cadenas comerciales, le deja al Estado, en impuestos directos e indirectos, mucho más que al agricultor. El agricultor, siendo el primero, es el último eslabón desprotegido de la cadena, y es por donde la cadena se va a romper.
El aceite pasa tres cuartos de los mismo, se malvende, es el producto estrella de las rebajas, está monopolizado su comercio e igualmente desprotegido su precio. No me vale la escusa de las subvenciones, es preferible cien veces un precio justo que todas las subvenciones del mundo. De eso habría que hablar, de como se ha manipulado y adormecido la lucha de los agricultores por los precios, a cambio de un puñado de limosnas que les están costando la misma vida. Sobre esto hay para hablar largo y tendido, que ya no nos chupamos el dedo. Esto se veía venir y forma parte de un plan director, de economía de la "nueva libertad", neoliberalismo feróz ruinoso y esclavista.