Señores, o jugamos todos o se rompe la pelota.
Reconozco, no sin sarcasmo, que el sr. Alcalde, por su bien, tendría que ejercer una presión más ferrea sobre el confinamiento de la ciudadanía. Aunque solo sea porque, como está pasando, si se relaja, la gente sale, se encuentra, habla..., y todo el mundo se entera de lo que está pasando. Y lo que está pasando es una solemne VERGÜENZA, por falta de un calificativo más escabroso..
Es nauseabunda, literalmente, la imagen que se comenta por la calle: los concejales del Psoe fueron los que repartieron las mascarillas, censo en mano. Los vecinos tenían que salir a la puerta a identificarse y poder recibir "la gracia" de una mascarilla gratis de manos de
los dirigentes del partido y ayuntamiento, reeditando estampas trasnochadas de la limosna caciquíl en épocas de necesidad, y evocando el reparto sistemático de sobres electorales los días previos a las elecciones, puerta por puerta. No tienen vergüenza. Tal ha sido el ánimo de rentabilizar un gesto, méramente administrativo, para convertirlo en un "favor" del soe hacia los ciudadanos.
Solo les ha faltado pintar el logo en las mascarillas.
Muchos marmolejeños se han sentido asqueados de tener que agradecer, y poner buena cara, a unos señores que, con el rostro como el hormigón armado, han llamado a las puertas para beneficiarse de la coyuntura. Los mismos que no dan un palo al agua, pero donde huelen foto o voto, los tienes dandose golpes de pecho. Ha sido indignante para los vecinos sentir que hasta una puñetera mascarilla haya que manipularla para que tenga que agradecerse luego en las urnas.
El confinamiento está dando la oportunidad, y el tiempo necesario a las personas, para pararse a pensar sobre estas y otras cosillas. NO es plato de gusto que aparezca el politiquillo de turno, a la puerta de tu casa a rentabilizar el miedo a la enfermedad y el contagio de los mayores, sobre todo cuando ni dan información, que es lo que más necesitamos, ni dan un trato correcto a los vecinos, ni están atendiendo humanamente a las personas, ni quieren saber nada con el pueblo de Marmolejo que no sea utilizarlo para poder comer espeléndidamente y disfrutar del poder de la impunidad.
No había nadie para repartir las mascarillas y los geles? Tienen que hacerlo las personas que dentro de cuatro días van a buscar, en esas mismas casas, un voto agradecido? Si son tan dispuestos, porqué no se van por las tardes a visitar a los ancianos que viven solos, o porqué no se ponen mañana a ayudarlos a pasearse por los parques, porqué no van a hacerles los mandados a los que no pueden salir a la calle? Si quieren rentabilizar el agradecimiento de los vecinos, que empiecen a currarselo, pero de verdad.
Pero sabemos que eso no lo van a hacer, sería algo parecido a cumplir con su obligación de servicio público, y de paso ganarse el jornal, y si hacen eso corren el riesgo de que les salgan ronchas, la alergia que le tienen al trabajo no se lo permite. Les
falta empatía, vocación de servir, sensibilidad con los desfavorecidos y les sobra orgullo, chulería, desprecio y ambición.
Por estos motivos,
también hay quejas airosas, ya que se han entretenido en no facilitar el material de protección, mascarillas y gel, a personas que no aparecían en el censo. Obviamente, no es porque no hubiera mascarillas de sobra, sino que los que no están en el censo no votan, son despreciables para sus ambiciones de poder, no cuentan..., si se infestan, que se jodan, son simples y prescindibles forasteros. No saben estos buenos samaritanos con vocación de idiotas que si se dejan sin protección a algunas personas en mitad de una epidemia, sean del distrito electoral que sea, voten donde voten, los demás podemos pillar lo que no tenemos, ni queremos.
Solo a unos impresentables se les ocurre repartir protección con criterios diferentes a los sanitarios, en este caso, criterios electoralistas. La idiotez moral, en el sentido desagradable del término, es una costante dañina entre personas que persiguen ciegamente sus intereses, sin importarle los medios ni las consecuencias.
Siendo esto grave, sin embargo,
hay quejas peores. Son cuestiones delicadas y hasta cierto punto desagradables, pero necesarias de abordar. Me refiero a la política en la aplicación de la normativa en materia de enterramientos. Los sepelios, por desgracia, están sufriendo una serie de desagradables restricciones en cuanto al número de presencial acompañantes. La legislación especial para este Estado de Alarma impide que sean más de tres las personas que accedan a la inhumación; en este sentido, cualquier agravio comparativo es impensable por doloroso y delicado.
En Marmolejo, hay una queja y malestar ciudadano real y con fundamento, de que la ley no está siendo la misma para todos, ni se aplica igual, ni se respeta el mismo rasero para todas las familias que, por desgracia, han pasado estos días por el doloroso trance de perder a un ser querido. Y son varias.
Es legítima la aspiración y voluntad de honrar a nuestros difuntos. Cultural, humana y emocionalmente son unos momentosde aflicción muy íntimos y personales, que reclaman el calor y apoyo de las personas queridas, familiares y amigos, para mitigar el dolor de la pérdida. Por lo que es especialmente triste que, por las circunstancias especiales que estamos pasando, vean las familas reducida reducida al máximo su presencia en la última despedida.
Pero por eso mismo, es especialmente delicado y denigrante que en esta difícil coyuntura se enfoque de diferente manera para unas familias que para otras. No caben excepciones, ni amiguismos, ni preferencias, ni compromisos, ni arbitrariedades. Por eso mismo hay varias familias muy indignadas con la máxima autoridad municipal, porque
se han hecho las cosas muy mal y, lo que a unos se les ha obligado a cumplir a raja tabla, a otros se les ha hecho la vista gorda. Como
hay fotos circulando, y el grupo se ve numeroso, no se puede negar que ha habido lo que alguien podría tomar por negligencia con tintes prevaricativos.
No hay necesidad de dar nombres, no es de gusto ni de sentido común. Las familias no son responsables de nada, bastante tienen con lo que están pasando,
solo la autoridad es responsable de sus actos por no aplicar las leyes. Cada cual ha hecho lo que le han permitido. Lo malo es que ha habido un doble rasero y a unos han gozado de amplia permisividad y a otros no les han dado ningún tipo de cuartelillo, y eso es muy, muy delicado porque estamos hablando de temas que requieren una sensibilidad extrema. La misma que no han tenido nuestros políticos responsables del cementerio municipal.
De nda sirve mandar a los municipales a hacer cumplir las leyes, cometido harto desagradable en esas circunstancias,, si ya se ha cometido un grave agravio comparativo entre un caso particular con el resto del pueblo. Todos somos iguales, pero ante la muerte y lo que la rodea, mucho más si cabe.
Entiendo que tanto el Alcalde como el Concejal del cementerio, en su habitual falta de tacto y sensibilidad, no le han dado mayor importancia a la falta de responsabilidad que es tratar a unos con privilegios y a los otros castigarlos con apatía y estricto complimiento de las leyes.
No se les puede culpar de que hagan lo que llevan toda la vida haciendo lo que les da lagana, saltándose las leyes a la torera. No en vano ellos viven como privilegiados y los demás somos ciudadanos de segunda. Me
da vergüenza ajena tener que reconocer que hasta en el cementerio de Marmolejo no somos iguales en virtud de la voluntad del Alcalde y su concepción caciquíl de la gestión municipal a base de amiguismo, nepotismo y desprecio de la ciudadanía que no es del círculo íntimo.
Poco queda para el final del confinamiento, pero mal vamos a acabar. Si se abre la mano, que sea para todo el mundo, y si Marmolejo, no es zona de especial contagio, qué trabajo cuesta mostrar sensibilidad cuando más falta hace.
No puede ser que, mientras las Fuerzas del Orden están celosamente cumpliendo pendientes,
por mandato municipal, de que no se cuele la familia en los entierros, los botellones, celebraciones y fiestas varias en honor de lo que cada cual tiene a bien, proliferan. Y conste que después de más de cuarenta días encerrados, a todos nos hace falta relajarnos. No solo eso, sino que ya va siendo hora de tomar el aire y dejar este estado de reclusión vigilada, de arresto domiciliario que se está pasando tres pueblos.
Cada hora que pasa se justifica menos que donde los casos no son ni numerosos, ni activos, ni descontrolados, nos tengan encerrados. Cada minuto que se limitan las libertades gratuitamente, se comete un delito grave contra el Pueblo, la Democracia y la Constitución. El secuestro de la información por parte de nuestros políticos, que son los que tendrían que tenernos especialmente informados, es solo una carta en la manga, un engaño, para permitir y sostener lo insostenible, a un pueblo sometido a la mentira y domesticado.
Lo siguiente será salir a la calle al toque de sirena o trompeta. Una hora, unos, otra hora los niños, otra hora para los viejos, luego los deportistas..., y los de siempre sin horario, ni cuentas que dar anadie. Señores, o jugamos todos o se rompe la baraja. Vergüenza de políticos.