domingo, 22 de agosto de 2021

LA NOVENA VÍCTIMA DEL COVID.

 Pepe Moral, descansa en Paz.

Esta noche ha fallecido José Moral  Torralbo. Pensador, maestro, amigo.

Dicen que solo los dioses son eternos y que no hay cualidad que caracterice mejor al ser humano que su aciago  e inevitable vínculo con la muerte. Quizas la "humanidad"  consista en ello, en el cúmulo de singularidades e imperfecciones que nos diferencian de los dioses y que nos hacen parecer comparativamente pequeños, débiles, pasajeros y prescindibles, y aún así únicos. La vida es una sola, una única oportunidad, consiste en un único cartucho, en un solo viaje de ida sin vuelta, en una exclusiva e irrepetible ocasión de dejar nuestra impronta, que bien pudiera ser una sola huella, un rastro leve,  o todo un ejemplo a seguir.

Dicen que los dioses, que todo lo pueden, no pueden con el olvido; con el olvido del hombre. También decía Juan Carlos Aragón, otro profesor de Filosofía recientemente fallecido, que la memoria es lo que nos da la vida después de la muerte. 

Permitidme que nombre a algunos, a Bartolo, a Quico y a Ramona, porque los conocí, quizás solo casualmente, de paso, pero me acuerdo de la última vez que les dije adiós por la calle.  Sé que hay más en la memoria de las familias, amigos y vecinos, ahí viven y con Pepe ya son nueve.

Hoy quiero que mi memoria se quede con el nono, con nuestro amigo Pepe Moral, por las perlas que nos ha dejado y por lo mucho que no le ha dado tiempo a regalarnos. Quiero que nuestro cariño y nuestra memoria se instalen en el presente continuo de la exisencia que se le niega. Se lo debemos por tantas cosas, tenemos que darle aliento de vida al recuerdo, por lealtad, porque es imposible olvidar, por aquellos momentos llenos de vivencias, por todo lo compartido, por los pasados y los venideros años, por advertirnos que hay muchas formas distintas de mirar por la misma ventana, por enseñarnos a dar saltos al vacío en busca de la aventura del conocimiento, por ser como es, porque me niego a hablar de nuestro amigo en pasado. Hoy no puedo, y creo que mañana tampoco podré.

Pepe, si hubiera que definirlo en cuatro palabras, serían: "obstinada y tremendamente humano", en sus aciertos y sus errores. Nació para la docencia, si se entiende la docencia como el despertador de las conciencias de su letargo vital y cultural, y una provocación al pensamiento para cuestionarselo absolutamente todo y para que escape en estampida en busca del ser humano y su universo. 

Su afan, encender la llama, incitar a hacerse preguntas, sin dar las respuestas, estas habrá que desenterrarlas, pelearlas y conquistarlas en el viaje que ha de dar sentido a la vida.  Su compromiso, dotar de las herramientas,  como la curiosidad, el inconformismo, si se quiere, la irreverencia, la osadía y hasta la reveldía.

Pepe, amigo, vives en la memoria y viviras en nuestro corazón, y sin embargo, ya te estamos echando de menos. Un abrazo a Mari Carmen y familia.



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