viernes, 1 de diciembre de 2017

Tampoco sabemos si finalmente cogeremos aceitunas o más bien meros pellejos...

Por su interés publico este comentario recibido hace unos días.
Se acerca diciembre y no ha caido una gota. Los agricultores están con el alma en vilo pues no recuerdan una sequía así desde aquel cuatrienio maldito del 92 al 95. La cosecha de aceituna aún está en el aire y a estas alturas del otoño, cuando ya tenemos el invierno a un mes vista, no se vislumbran bajas presiones que nos traigan las tan deseadas lluvias. Tampoco sabemos si finalmente cojeremos aceitunas o más bien meros pellejos pegados a un diminuto hueso sin apenas gotas de aceite. Vayamonos pues preparando para lo peor: unos rendimientos bajos y una cosecha pésima, que tan sólo podrán remediar quienes hayan podido regar sus olivos. ¿No es una pena que sigamos, a estas alturas, sin aprovechar el agua del Yeguas o del Guadalquivir? ¿Por cuanto tiempo más tendremos que ver como nuestros campos se mueren de sed mientras los rios que nos cruzan siguen dando riqueza a los terratenientes sevillanos?
Y es una auténtica lástima porque lo que se vaticinaba como una buena campaña ha dejado paso a la desolación y pesimismo de los agricultores. La Cooperativa “San Julián” se había vestido de gala para recepcionar al oro líquido que tantos beneficios reporta a las pequeñas familias campesinas; su eficiente junta directiva ha pintado su fachada; incluso le había colocado unas insignias patrias sobre su entrada principal como si de un organismo oficial se tratase. Por su parte la almazara de la familia Villar también aparece ya blanca e impoluta y el resto de plantas receptoras afinan sus cintas elevadoras y limpiadoras para que nada falle el primer día, que en opinión de los muchos olivareros, este año casi de seguro se retrasará, a la espera de algunas lluvias que puedan mejorar el estado del fruto.
Mientras tanto hay que dejar constancia del estado de abandono que presentan muchos olivares del término por falta prolongada de lluvias. Ello unido al envejecimiento de los dueños de muchas explotaciones ahora en manos de arrendatarios, en algunos casos nada competentes, ha empeorado ostensiblemente el aspecto de nuestros viejos olivares. Lo vemos cuando transitamos por algunas explotaciones: ramas afectadas por el barrillo, escaso desarrollo de la planta como consecuencia de la falta de abonado; olivos mal sulfatados, pésimas prácticas de laboreo con la consiguiente pérdida de suelo etc, factores, en suma, que han acentuado considerablemente el estado de decrepitud. Ello se nota especialmente en las plantaciones de pagos como la Cuna, Herrero, Cerro Parejo, Aguilera, La Fresnadilla y las casillas de Torta, donde lamentablemente la cosecha de este año se reduce a la más mínima expresión.
Es el momento, pues, de poner todas nuestras esperanzas en tiempos mejores. Que las lluvias vuelvan a nuestros campos y que más pronto que tarde una nueva generación de jóvenes ilusionados y con recursos financieros para sus proyectos, saquen adelante este legado tan importante heredado de nuestros mayores y, lo más importante, no tengan que dejar su tierra.

1 comentario:

  1. Bueno ya ha llovido un poco (han caido 30 litros) y la consiguiente animación inunda el mundillo aceitunero que en breves días se dispone a sacar faldos y varas para iniciar la recolección de las aceitunas en los terrenos más bregosos de nuestro término. La otra noche en el Losao, había quien estaba dispuesto a empezar hoy mismo, pues según comentaba, “la aceituna a estas alturas “ya va a hacer poco”, y mientras antes se quite del medio, mejor, pues las esperanzas de nuevas lluvias inmediatas, se alejan por momentos ”. Al parecer este señor tenía sus olivos en los terrenos quebrados de La Cuna, y era mejor cogerla antes de que se cayese al suelo en aquellas pendientes abismales.
    Pronto veremos, también, con los faldos sobre la vaca de su coche a D. Eusebio Cano en dirección a Los Miñones; a D. Pedro González y su hijo, “comincipiar” las laderas de la Capitanía, allá junto al Yeguas en la finca de San Camilo; a los señores Vicaria y D. Juan Coba adentrarse en los confines del Charco del Novillo, en sus respectivas fincas de Los Jácome y Las Zahurdillas, y como no a D. Mariano Lozano dirigirse a su olivar de la Fresnadilla, por bajo de las Casillas del Marqués. No muy lejos de allí Doña Ana Godoy y su esposo D. Juan Rodríguez, como ya es tradicional, procurarán comenzar en breves días, pues aquellos pagos ribereños al Guadalquivir (por la casilla de Torta) maduran el fruto con antelación gracias a la frescura que dan sus impresionantes chinarrales.
    Los demás cosecheros previsiblemente esperarán algunos días más a que el fruto absorba el agua caida que proporcione el tamaño necesario y el rendimiento idoneo para meterlo en el molino. Esperemos que salgan buenos aceites a la altura de los más exigentes paladares y que todos los disfrutemos.

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