Las claves del ingreso mínimo vital: ¿quién lo cobrará? ¿cuánto dinero? ¿desde cuándo?
El Consejo de Ministros ha aprobado este viernes la ayuda social que llegará a 850.000 familia.
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Es un día histórico. Sin duda alguna. Es un paso, sin parangón, en la lucha contra la pobreza. Solo puedo tener palabras de alabanza para esta iniciativa. Ya era hora. Si hay que poner un pero, es que se debería de haber hecho antes, mucho antes.
Pero ¿es solo un paso, solo eso? O es una dinámica, una linea de actuación firme y estudiada contra la desigualdad, la pobreza, la exclusión y en favor de la solidaridad y la justicia social.
¿Hemos empezado a dar los primeros pasos, en una escalada in crescendo, hacia un inminente futuro más humano que resarza a la sociedad de la profunda brecha de desigualdad existente? O solo es un paño caliente, una concesión frente a males mayores, para hacer frente a la presión de la crisis.
¿Es una conquista social firme, o coyuntural; tiene fecha de caducidad cuando varíen las condiciones económicas o políticas? Se plantean muchas preguntas, y no es cuestión menor buscar respuestas claras y rotundas.
Es un gran paso, lo que es extraordinario, pero sería magnifico que solo fuera la punta de lanza de una verdadera revolución social. De la misma manera que, sería catastrófico que solo fuera un brindis al sol, que se quedara en una medida, simplemente paliativa y carente de ambición transformadora, porque el resultado sería el contrario del deseado, la eternización de la pobreza, la dependencia endémica de los más desfavorecidos de una suerte de limosna de mínimos, para matar el hambre, y la creación de una casta de exclusión, como fondo de saco social, con la que jugar, al estar su sustento pendiente de una decisión política más o menos caritativa.
Quiero que se entienda que este paso es, y ha sido históricamente, estrictamente necesario. Lo primero es actuar sobre la pobreza con contundencia, cuanto mayor sea la firmeza y la convicción en esta lucha, mayor será la probabilidad de éxito. Es vital cubrir las necesidades básicas de las personas, dotarlas de los mecanismos y los medios que garanticen la inclusión social y la participación plena en las actividades de la comunidad, como miembros de pleno derecho, con sus libertades gartantizadas, y el acceso a los medios para poder cumplir con sus contribuciones y deberes cívicos.
Hay mucho trabajo por hacer. Si es verdad que estamos dando los primeros pasos, si además de atender a los más vulnerables, se pone énfasis en el cumplimiento de la legislaciones básicas, como reclama Julio Anguita, de la Declaración de los Derechos Humanos y la Constitución Española, mejor que mejor. Si es un derecho adquirido, y no una perla más de un estado del bienestar desmontable según sople el viento, mejor que mejor. Si va en serio, si lo que viene detrás es una lucha, real y sin cuartel, por conseguir que las personas podamos desarrollar nuestras capacidades y aptitudes en igualdad y libertad, para seguir luego trabajando por un futuro justo, solidario, sostenible, respetuoso..., bienvenido sea.
Sería muy interesante publicar unas tablas, al estilo de las del paro del campo, con los topes que no se pueden superar para poder solicitar esta nueva ayuda del ingreso mínimo vital.
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