jueves, 31 de enero de 2013

Los que todo lo privatizan, no han parado de recibir sobres, están vendiendo España a precio de saldo.

Gracias gentuza, sabemos que lo hacéis por nosotros 
Pedro L. Angosto
nuevatribuna.es

 El mayor escándalo de corrupción ocurrido durante la Segunda República tuvo lugar en 1935, cuando gobernaba la coalición antirrepublicana formada por el Partido Radical de Lerroux y la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), que dirigía Gil Robles. De acuerdo con el Gobierno, Strauss, Perel y Lowan – empresarios judíos holandeses cuyas iniciales forman el acrónimo “estraperlo”- idearon un sistema para trucar las ruletas de los casinos de San Sebastián y Formentor, de modo que la banca –como ahora- ganaba siempre que así lo decidía, dejando suculentos porcentajes a Alejandro Lerroux, Joan Pich i Pon y otros destacados derechistas del momento. Pese a que la prensa republicana y de izquierdas estaba amordazada por la censura –ahora en papel no existe-, se supo del asunto porque Strauss, irritado con sus compañeros de estafa y con las presiones del Ejecutivo, entregó un dosier completo sobre la trama al Presidente de la República Niceto Alcalá-Zamora, quién de inmediato llevó el “negocio” al Parlamento. Tras los debates que concluyeron con la culpabilidad del Gobierno, éste tuvo que dimitir y se convocaron las elecciones que dieron el triunfo al Frente Popular

El escándalo del “estraperlo” destruyó por completo al Partido Radical y a su jefe, hasta entonces uno de los mayores timadores de la historia de la democracia española: Alejandro Lerroux, al que se conocía en Barcelona como el “Emperador del Paralelo”, un sinvergüenza sin escrúpulos que hizo de la demagogia y la mentira su verdadero motivo vital, llegando en su constante metamorfosis a apoyar el golpe de Estado de Franco, los militares africanistas, la Iglesia y la plutocracia española. Leer entero

En el mundo

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