sábado, 25 de junio de 2011

"Hacer autocrítica para ser por fin ciudadanos y adultos, no adolescentes perpetuos, entre el letargo y la queja"

Hora de despertar
por Antonio Muñoz Molina



He pensado desde hace muchos años, y lo he escrito de vez en cuando, que España vivía en un estado de irrealidad parcial, incluso de delirio, sobre todo en la esfera pública, pero no solo en ella. Un delirio inducido por la clase política, alimentado por los medios, consentido por la ciudadanía, que aceptaba sin mucha dificultad la irrelevancia a cambio del halago, casi siempre de tipo identitario o festivo, o una mezcla de los dos. La broma empezó en los ochenta, cuando de la noche a la mañana nos hicimos modernos y amnésicos y el gobierno nos decía que España estaba de moda en el mundo, y Tierno Galván -¡Tierno Galván!- empezó la demagogia del político campechano y majete proclamando en las fiestas de San Isidro de Madrid aquello de “¡ El que no esté colocao que se coloque, y al loro!” Tierno Galván, que miró sonriente para otro lado, siendo alcalde, cuando un concejal le trajo pruebas de los primeros indicios de la infección que no ha dejado de agravarse con los años, la corrupción municipal que volvía cómplices a empresarios y a políticos.


Por un azar de la vida me encontré en la Expo de Sevilla en 1992 la noche de su clausura: en una terraza de no sé qué pabellón, entre una multitud de políticos y prebostes de diversa índole que comían gratis jamón de pata negra mientras estallaban en el horizonte los fuegos artificiales de la clausura. Era un símbolo tan demasiado evidente que ni siquiera servía para hacer literatura. Era la época de los grandes acontecimientos y no de los pequeños logros diarios, del despliegue obsceno de lujo y no de administración austera y rigurosa, de entusiasmo obligatorio. Llevar la contraria te convertía en algo peor que un reaccionario: en un malasombra. En esos años yo escribía una columna semanal en El País de Andalucía, cuando lo dirigía mi querida Soledad Gallego, a quien tuve la alegría grande de encontrar en Buenos Aires la semana pasada. Escribía denunciando el folklorismo obligatorio, el narcisismo de la identidad, el abandono de la enseñanza pública, el disparate de un televisión pagada con el dinero de todos en la que aparecían con frecuencia adivinos y brujas, la manía de los grandes gestos, las inauguraciones, las conmemoraciones, el despilfarro en lo superfluo y la mezquindad en lo necesario. Recuerdo un artículo en el que ironizaba sobre un curso de espíritu rociero para maestros que organizó ese año la Junta de Andalucía: hubo quien escribió al periódico llamándome traidor a mi tierra; hubo una carta colectiva de no sé cuantos ofendidos por mi artículo, entre ellos, por cierto, un obispo. Recuerdo un concejal que me acusaba de “criminalizar a los jóvenes” por sugerir que tal vez el fomento del alcoholismo colectivo no debiera estar entre las prioridades de una institución pública, después de una fiesta de la Cruz en Granada que duró más de una semana y que dejó media ciudad anegada en basuras.


El orgullo vacuo del ser ha dejado en segundo plano la dificultad y la satisfacción del hacer. Es algo que viene de antiguo, concretamente de la época de la Contrarreforma, cuando lo importante en la España inquisitorial consistía en mostrar que se era algo, a machamartillo, sin mezcla, sin sombra de duda; mostrar, sobre todo, que no se era: que no se era judío, o morisco, o hereje. Que esa obcecación en la pureza de sangre convertida en identidad colectiva haya sido la base de una gran parte de los discursos políticos ha sido para mí una de las grandes sorpresas de la democracia en España. Ser andaluz, ser vasco, ser canario, ser de donde sea, ser lo que sea, de nacimiento, para siempre, sin fisuras: ser de izquierdas, ser de derechas, ser católico, ser del Madrid, ser gay, ser de la cofradía de la Macarena, ser machote, ser joven. La omnipresencia del ser cortocircuita de antemano cualquier debate: me critican no porque soy corrupto, sino porque soy valenciano; si dices algo en contra de mí no es porque tengas argumentos, sino porque eres de izquierdas, o porque eres de derechas, o porque eres de fuera; quien denuncia el maltrato de un animal en una fiesta bárbara está ofendiendo a los extremeños, o a los de Zamora,o de donde sea; si te parece mal que el gobierno de Galicia gaste no sé cuántos miles de millones de euros en un edificio faraónico es que eres un rojo; si te escandalizas de que España gaste más de 20 millones de euros en la célebre cúpula de Barceló en Ginebra es que eres de derechas, o que estás en contra del arte moderno; si te alarman los informes reiterados sobre el fracaso escolar en España es que tiene nostalgia de la educación franquista.


He visto a alcaldes y a autoridades autonómicas españolas de todos los colores tirar cantidades inmensas de dinero público viniendo a Nueva York en presuntos viajes promocionales que solo tienen eco en los informativos de sus comarcas, municipios o comunidades respectivas, ya que en el séquito suelen o solían venir periodistas, jefes de prensa, hasta sindicalistas. Los he visto alquilar uno de los salones más caros del Waldorf Astoria para “presentar” un premio de poesía. Presentar no se sabe a quién, porque entre el público solo estaban ellos, sus familiares más próximos y unos cuantos españoles de los que viven aquí. Cuando era director del Cervantes el jefe de protocolo de un jerarca autonómico me llamó para exigirme que saliera a recibir a su señoría a la puerta del edificio cuando él llegara en el coche oficial. Preferí esperarlo en el patio, que se estaba más fresco. Entró rodeado por un séquito que atascaba los pasillos del centro y cuando yo empezaba a explicarle algo tuvo a bien ponerse a hablar por el móvil y dejarnos a todos, al séquito y a mí, esperando durante varios minutos. “Era Plácido”, dijo, “que viene a sumarse a nuestro proyecto”. El proyecto en cuestión calculo que tardará un siglo en terminar de pagarse.


Lo que yo me preguntaba, y lo que preguntaba cada vez que veía a un economista, era cómo un país de mediana importancia podía permitirse tantos lujos. Y me preguntaba y me pregunto por qué la ciudadanía ha aceptado con tanta indiferencia tantos abusos, durante tanto tiempo. Por eso creo que el despertar forzoso al que parece que al fin estamos llegando ha de tener una parte de rebeldía práctica y otra de autocrítica. Rebeldía práctica para ponernos de acuerdo en hacer juntos un cierto número de cosas y no solo para enfatizar lo que ya somos, o lo que nos han dicho o imaginamos que somos: que haya listas abiertas y limitación de mandatos, que la administración sea austera, profesional y transparente, que se prescinda de lo superfluo para salvar lo imprescindible en los tiempos que vienen, que se debata con claridad el modelo educativo y el modelo productivo que nuestro país necesita para ser viable y para ser justo, que las mejoras graduales y en profundidad surgidas del consenso democrático estén siempre por encima de los gestos enfáticos, de los centenarios y los monumentos firmados por vedettes internacionales de la arquitectura.


Y autocrítica, insisto, para no ceder más al halago, para reflexionar sobre lo que cada uno puede hacer en su propio ámbito y quizás no hace con el empeño con que debiera: el profesor enseñar, el estudiante estudiar haciéndose responsable del privilegio que es la educación pública, el tan solo un poco enfermo no presentarse en urgencias, el periodista comprobando un dato o un nombre por segunda vez antes de escribirlos, el padre o la madre responsabilizándose de los buenos modales de su hijo, cada uno a lo suyo, en lo suyo, por fin ciudadanos y adultos, no adolescentes perpetuos, entre el letargo y la queja, miembros de una comunidad política sólida y abierta y no de una tribu ancestral: ciudadanos justos y benéficos, como decía tan cándidamente, tan conmovedoramente, la Constitución de 1812, trabajadores de todas clases, como decía la de 1931.


Lo más raro es que el espejismo haya durado tanto.

3 comentarios:

  1. SOCIALISTAS EN EL CIELO26 de junio de 2011, 8:58

    COMUNICADO DESDE EL CIELO

    QUERIDOS MARMOLEJEÑOS/AS:

    El Comité Ejecutivo de la Agrupación Marmolejeña, en la Gloria, tuvimos a bien acordar, el pasado día 24, nuestra alegría y satisfacción por los aires de libertad y democracia que vuelven a soplar en nuestro querido Marmolejo.
    En segundo lugar, decidimos dar un voto de reprobación al comportamiento antisocialista mantenido, mandato tras mandato, por el ex-compañero Cristóbal Relaño y su equipo de ex-compañeros concejales. Por lo que les aconsejamos, por el bien del socialismo, no se olviden de aquella vieja frase de nuestro querido Pablo Iglesias, al cual tenemos aquí a nuestro lado: "LOS SOCIALISTAS ESTAMOS PARA SERVIR, Y NO PARA SERVIRNOS".
    En tercer lugar convinimos en trasladar al actual Alcalde, Bartolomé Soriano (éste si que es un buen compañero) nuestro leal apoyo a la tarea que el pueblo le ha encomendado. Todos los de aquí pedimos que luche y encuentre esos nuevos horizontes de concordia, bienestar y cultura de los que Marmolejo está tan necesitado.
    A todos nuetros paisanos les queremos transmitir que la mejor política es aquella que nace del entendimiento y del respeto entre ideas distintas, buscando siempre el punto de encuentro, al margen de las discrepancias. Pero por encima de ello, la que fomenta el respeto y la concordia entre las personas que conforman una comunidad.
    Podemos aseguraros que es una convicción nacida de nuestros años de vida en la tierra y de nuestra observancia en el tiempo que llevamos en el Cielo. Aquí viene la mejor gente y podréis imaginar lo que se aprende de ella. Por cierto, a Dios, que es un tío legal, así le gustan las cosas, y el compañero San Pedro, un señor con barba canosa, más a la izquierda que Dios, aún suele ser más implacable con estas cuestiones. Además el tiene las llaves de este lugar y os podemos asegurar que le repatean quienes van por la vida de dictadores y mafiosillos. !Es un crac este San Pedro!.
    Cuando de manera inesperada llegamos de la Tierra, el fué quien nos abrió las puertas de la Gloria y ante nuestra lógica perplejidad, nos interpeló de la siguiente manera : ¿Acáso pensábais que después de vuestra vida de sufrimiento y de lucha por la justicia de los más pobres, os iba a mandar al infierno?.
    Finalmente no queremos dejar pasar esta oportunidad para comunicaros nuestra tristeza por el egoísmo y el interés personal que prima hoy día entre los que se acercan a la política buscando, sólamente alguna prebenda. Han de saber que no hay mejor prebenda que los logros colectivos que se puedan alcanzar después de una lucha común, codo con codo, aunque a veces, esa lucha suponga sufrimientos y el desprecio de los poderosos.
    En el nombre de todos firma este comunicado nuestro Presidente en el cielo, el compañero Gaspar Casas Cano. Un saludo socialista

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  2. Es un lujo poder leer un artículo como este, os felicito por la labor informativa y FORMATIVA que haceis.
    Es tan necesario volver a incorporar en nuestras vidas los valores que se nos han quedado durante tantos años en la cuneta y que ante la burla que provocan guardamos por vegüenza a que nos llamen tontos.
    La honradez,el esfuerzo,la humildad, el trabajo y tantos otros que son tan necesarios recuperar.
    Os vuelvo a agradecer no solo la publicación, sino el ejemplo que habeis empezado a dar desde nuestro ayuntamiento y que espero sirva de referente a mayores,jóvenes y niños. Es un paso gigante y mi deseo seria que algún dia se unieran a él los que lo rechazan, pero creo que ante la dignidad y el respeto nadie se resistirá a quedar fuera del carro. Confío en que mas pronto que tarde esta utopía sea realidad. GRACIAS

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  3. El que escribe desde el cielo respetó poco el entendimiento y el respeto entre las distintas ideas. No se debe suplantar la personalidad de nadie.

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La libertad y el respeto son repelentes contra el fascismo. Ejercita este principio compartiendo tu opinión, hablando se entiende la gente.
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