martes, 22 de noviembre de 2011

Leyenda popular de la niña del Barranquillo en Marmolejo.

Viene de http://aavvsanjulian.blogspot.com/


lunes 21 de noviembre de 2011

LEYENDAS POPULARES MARMOLEJEÑAS.

La leyenda de la niña  del Barranquillo (siglo XIX):

   El Barranquillo fue durante el siglo XVIII y XIX, una casería  próxima  al río Yeguas, ubicada en el arranque de la cañada de donde nace el arroyo del Barranquillo, muy próxima a la carretera de Cardeña y a la hacienda de La Campana. La finca  era del marqués de Grañina y conde de Gómara, también dueño de La Campana, y se extendía desde dicha carretera  hasta  las cercanías del Yeguas. En la década de los sesenta del pasado siglo, aún quedaban las ruinas de un caserón de aspecto decimonónico donde fácilmente se intuían las bóvedas derruidas de una capilla  y la torre de su viejo  molino construida a base de sillares de piedra molinaza para servir de contrapeso de la viga de prensado de los capachos.
  Hoy día, sorprendentemente, no queda rastro alguno de su existencia, pero sí conservamos la narración de un hecho legendario que, según la memoria de nuestros antepasados, ocurrió en ese lugar cuando la casería conocía sus mejores tiempos y en ella se albergaban las cuadrillas de jornaleros ocupadas durante los inviernos en las faenas de recolección de las aceitunas. Dice así:

“Eran tiempos antiguos en los que el ingenio humano aún no había ideado la luz eléctrica, ni siquiera el motor de combustión. Los días discurrían entre los trabajos de recolección con  jornadas laborales casi interminables y las noches, frías y penosas, inundaban desde muy pronto el paisaje olivarero de la serranía con una oscuridad plena, solo salpicada de las tenues lucecitas que los candiles de un sinfín de casillas y caserías proyectaban a través de las ventanas, conformando un paisaje similar al de los belenes navideños.
  En ese ambiente de sosiego vespertino, la hija más pequeña de los caseros, fue a perderse la tarde del día de la Nochebuena entre los olivares lejanos a la casería cuando, en compañía de sus padres, regresaba del tajo quizás aturdida y confusa por la densa niebla que inundaba a esas horas la cañada de los Caros.
  Cuando la noche invadió de veras los campos, los padres empezaron a mostrar preocupación al comprobar que la pequeña no regresaba. Entonces, sin más dilaciones, iniciaron su búsqueda por aquellos pagos ayudados de los candiles y de las demás familias aceituneras alojadas en la casería. También acudieron en su ayuda los aceituneros de la Campana, de la Herradura y de Los Caros, pero día tras día, noche tras noche, resultaba infructuosa su búsqueda. Cada minuto crecía la congoja de todas aquellas buenas gentes, sobre todo cuando a la caída de cada  tarde los aullidos de lobos y de otras alimañas de la serranía cercana, hacían perder en ellos la esperanza de hallarla  con vida.
    Pasaron siete días y siete noches y he aquí que una mañana muy temprano, y antes de encomendarse los aceituneros en sus tareas cotidianas, vieron acercarse un bulto, entre la niebla, que venía hacia la casa. Los caseros, José y Ana María, sorprendidos, fijaron su mirada en aquella figura difusa, resultando finalmente ser la niña perdida que inexplicablemente regresaba, sin que su aspecto presentara rasgos de haber sufrido padecimiento alguno... Leer entero.


                                          El olivar serrano fue lugar propicio para la aparición 
                                          de leyendas y narraciones populares.
                                          Marmolejo desde el pago de Aguilera.

2 comentarios:

  1. Pues a mí me parece una historia preciosa.

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  2. Hay leyendas como éstas que deberían leerse en las escuelas. Gracias a la Asociación de Vecinos del Poblado de San Julián por su labor cultural.

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