Grecia
Cuando la democracia entra por la puerta, el mercado salta por la ventana
Alberto Montero Soler
Rebelión
No hace ni siquiera una semana que se celebraba la Cumbre de la Eurozona de la que el presidente de la Comisión Europea consideraba que resultaría el “acuerdo para salvar la estabilidad del mundo”. Y, sin embargo, más le hubiera valido comerse su retórica rimbombante a la vista del caos que se acaba de instalar en los mercados como consecuencia de que el primer ministro del gobierno griego, Yorgos Papandreu, ha hecho lo que no le quedaba más remedio que hacer a la vista de los acuerdos de esa cumbre y de la presión popular que mantienen los ciudadanos griegos en las calles.
En efecto, en esa cumbre se llegó, entre otros, al acuerdo de aprobar un plan de rescate para la más que quebrada economía griega por valor de 100.000 millones de euros. Era el segundo plan de rescate para Grecia y esta vez, para garantizarse que las cosas se hacían al gusto y ritmo de la troika (BCE, Comisión Europea y FMI) y con el único fin de garantizarse la sostenibilidad del pago de la deuda, ésta exigía que Grecia aceptara una supervisión permanente de la Unión Europea sobre las cuentas helenas o, lo que viene a ser lo mismo, que pusiera a su democracia en estado de excepción, desprendiéndose de su soberanía en materia fiscal y presupuestaria y quedando condicionadas sus decisiones a la aprobación previa de la delegación de la Unión Europea.
Esto, a su vez, iba acompañado de un programa de suspensión de pagos de parte de su deuda que era más una propuesta abierta, lanzada al aire y sin aceptación por parte ni de acreedores ni de deudores, que un acuerdo cerrado en sí mismo. En principio, se proponía que los acreedores de los bonos griegos aceptaran una quita de hasta el 50% de su valor. La propuesta griega era ofrecer a los acreedores bonos a 30 años, a un tipo de interés del 6% y por un monto equivalente al 35% de la deuda en cartera y el 15% restante se produciría en un pago en metálico al cancelar la deuda viva.
Sin embargo, el primer ministro griego dio el lunes un giro a la situación cuando anunció la convocatoria de un referéndum para que el pueblo decidiera si aceptaba o no el acuerdo alcanzado tras la Eurocumbre y, con ello, asumió la ofensiva en un escenario en el que ya ha comenzado a sentir las presiones de Merkel y Sarkozy urgiéndolo a que se atenga a razones y lo desconvoque. Leer entero.
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