domingo, 28 de agosto de 2011

El tema está claro, o cambiamos ya nuestros hábitos o el proceso de degradación que hemos iniciado será irreversible.

Por su interés, reproduzco un comentario, de autor anónimo, al articulo anterior, donde se pone el problema de la degradación del terreno por las lluvias en su verdadera dimensión y toca varios aspectos interesantes. Gracias por el comentario.


Llanos del Sotillo.
Estoy de acuerdo en que se busquen soluciones al problema de las inundaciones, pero eso no acabará con el problema. Tarde o temprano volveremos a tener nuevas inundaciones pues el problema de fondo no es otro que el cambio tremendo sufrido en las prácticas agrícolas desde los últimos 40 años para acá. Mientras el agricultor olivarero no cambie de mentalidad y continúe tozudamente manteniendo los olivares límpios como una patena, y con los suelos endurecidos a costa del abuso de rulos y de toda clase de maquinaria pesada, nuestros campos seguirán siendo como tejados de teja plana que a la más mínima precipitación escupirán sin freno, hacia ríos y arroyos, cantidades cada vez más incontrolables de litros de agua, con efectos perversos y devastadores. Esa es la triste y dramática realidad que parece no queremos asumir.
Repito, mientras no cambiemos las prácticas de cultivo en el olivar, seguiremos lamentando año tras año perjuicios como las inundaciones de nuestras vegas, la aparición continua y escalofriante de profundos regajos en nuestros olivares, y la pérdida, en definitiva, de los mejores y más fértiles suelos.
Siempre he pensado que los antiguos fueron más listos que nosotros; conocieron al detalle las leyes de la naturaleza porque dependían de ella y observaban a diario su funcionamiento. Sacaron de ella el máximo provecho sin violentar, por ello, sus normas equilibradoras.
Daños en la Campiña de Marmolejo.
Solo con darnos una vuelta por nuestros campos nos daremos perfecta cuenta de los errores cometidos: hemos roto los lindazos y acabado con su rica vegetación arbustiva que tanto beneficio nos hacía (lentiscos, chaparros, romeros, hinojos, madreselvas, etc, etc.); hemos acabado con las praderas que antaño formaban la corteza vegetal y esponjeaban el suelo reteniendo la humedad de las lluvias; hemos destrozado bancales, cercas y albarrás que construyeron nuestros antepasados con esfuerzo, mimo y sabiduría; hemos abusado de los rulos apelmazando los suelos e impidiendo que estos puedan absorber el agua de la lluvia.
El tema está claro, o cambiamos ya nuestros hábitos o el proceso de degradación que hemos iniciado será irreversible, y no vale echarle la culpa solo a los políticos. No vale ya que nuestro egoísmo y nuestra codicia de al traste con nuestro bien más preciado; nuestra agricultura y nuestra naturaleza

7 comentarios:

  1. Estoy totalmente de acuerdo con el articulista y soy de los que piensan que los problemas de las inundaciones no son únicamente una consecuencia más del cambio climático, sino de unas malas prácticas de cultivo que han hecho irreconocible el paisaje de nuestros campos de un tiempo a esta parte, pues sólo basta con que caigan 80 litros de lluvia para que se arme la marimorena; aparezcan de pronto miles de regajos; se profundicen los ya existentes, y se vayan al garete ferrocarriles y carreteras, cuyo arreglo, por cierto, hay que pagar con el dinero de todos. Y, si no, fijémonos como en las zonas de sierra montaraz, dotadas de cobertura vegetal, no tenemos que lamentar esos daños catastróficos que hoy día lastran los campos de cultivo olivarero, ya sea de la campiña o del olivar serrano.
    No hablemos, por tanto, de catástrofes naturales, si no de catástrofes producidas por el egoísmo del hombre en su afán de obtener mayores beneficios, que a la larga se transforman en perjuicios para la gran mayoría. ¿A qué esperan, pues, las autoridades medioambientales para atajar ya estas malas prácticas, exigiendo responsabilidades a quienes la ejerciten?. ¿Cuánta ruina y cuánta desolación natural, me pregunto, serán necesarias aún para darnos cuenta de este enorme problema?.

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  2. Soy agricultor y me ha interesado muchísimo el contenido de este artículo con el que estoy totalmente de acuerdo. Sufro anualmente el problema de la erosión producida por las aguas torrenciales y aunque yo procura dejar cobertura vegetal en mis olivos, sin embargo el problema me viene de otras parcelas de mi entorno en donde los suelos se encuentran límpios de toda vegetación y las aguas no encuentran ningún freno en su discurrir. Pienso que para empezar a solucionar este grave problema se tenía que obligar a todo el mundo a ejercitar otras prácticas de cultivo más ecológicas y más respetuosas con las leyes básicas de la naturaleza. El modelo, como apunta, el articulista, lo teníamos en nuestros antepasados, pero los tomamos por tontos y así nos ha ido. Y si no, tiempo al tiempo.

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  3. Encuentro muy interesante este tema, que no es un tema menor, y como soy un agricultor preocupado por el medio ambiente he comenzado a recuperar la vegetación perdida en un pequeño olivar que tengo. Concretamente he sembrado lentiscos, tomillos, romeros, hinojos y retamas. También metí unas bellotas y cual fue sido mi sorpresa que se han cuajado pequeños chaparrillos que en el futuro sujetarán con sus raíces esta linde degradada por la erosión. No obstante mi experiencia personal ha sido muy desilusionante en relación con los conejos, cuya superpoblación empieza a hacer ya muy dañina para la consolidación de esta vegetación autóctona, siendo, en ocasiones, muy difícil sacarla para adelante. Mi consejo es que si alguien siembra algo lo proteja con redes de estos roedores. Es trabajoso pero al final el beneficio es multiplicador.

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  4. Los conejos están haciendo un daño terrible al campo y en especial al olivar, pero hay gente que no se da cuenta o no quiere darse cuenta. Para colmo, a un depredador como es el zorro, lo eliminan con permisos para matarlos. Nos lo estamos cargando todo. Lástima de las generaciones venideras pues lo van a pasar muy mal.

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  5. Los conejos, tienen arruinadas áreas extensas del olivar, se comen los brotes nuevos de los cortes recientes, en las cabezas... yo he visto algún olivar con remedios caseros, como atar sacos de plástico alrededor de las patas de los olivos... pero entiendo que el control de esta plaga, afecta directamente a los intereses de los cazadores. Sin ellos no llegaremos a ninguna solución. Autoridades, cazadores y olivareros deben de ponerse de acuerdo y trabajar juntos.

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  6. El cauce del río Guadalquivir acabará lleno de limos en unos pocos años y perderá la profundidad de su actual caja. Ello provocará el continuo desbordamiento de sus aguas, digan lo que digan las autoridades políticas y hagan lo que hagan con su cauce. El proceso de erosión descomunal de nuestros olivares es ya tan irreversible e incontrolable que por mucho dinero que se gasten en obras sobre el cauce del río no se acabará con el problema. Sólo paliará este dramático problema el cambio radical, desde ya, en las prácticas de laboreo sobre los olivares de toda la cuenca bética, desde Cazorla hasta Sevilla. Todo lo demás son parches, lo diga Agamenón o su porquero.

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