viernes, 29 de octubre de 2010

Para entender a José hay que ponerse en su pellejo, no es fácil apretarse los machos y coger el camino, aunque no haya más remedio y la causa sea justa.

Hoy nos cuenta José que está en Fuencaliente y mañana piensa andar en dirección a Brazatortas.
Ayer lo dejamos de madrugada, entre dos luces, a la altura de Montoro, reiniciando su viaje hacia Cardeña con infinitas ganas de llegar a su destino, que no es otro que su casa, junto a su familia. Pero antes ha cumplir la noble misión que se ha impuesto, llegar a Madrid como sea y cueste lo que cueste para reivindicar, reclamar y exigir, ante el mismísimo Zapatero si le dejan, el derecho al Trabajo, que todos tenemos y cuyo ejercicio, se nos tiene que garantizar, por dignidad, la dignidad del trabajador que se conserva con el trabajo y que se pierde cuando se queda parado, apaleado, sumiso, dependiente, subsidiado, aparcado o simplemente perdido y anulado.

José lleva grabadas en su camiseta las palabras "Derecho al trabajo" y "Dignidad" y las muestra orgulloso por la carretera y cuando llega a los pueblos, porque esa es su misión, llegar a Madrid con ese mismo orgullo y llamar a las puertas del sentido común y la coherencia y despertar las conciencias dormidas de los poderosos de la capital. Es una tarea épica, digna de un Hércules tocado por los dioses, la que está intentando nuestro amigo José, enfrentarse cara a cara a la Hidra policéfala de la Administración Central  y despertar algún reparo o encender alguna luz oculta que alumbre esperanzas para todos. Eso estaría bien y por eso va con él todo nuestro apoyo y si yo fuera creyente, también irían mis oraciones.

Ocurre también que este solitario caminante, que ha demostrado de sobra que tiene un gran corazón, mientras sube las empinadas pendientes de Sierra Morena a él se le hacen las cuestas más largas e insoportables a medida que se distancia de su Mairena y su familia. Ese corazón que le infunde determinación, fiereza y obstinación, de cuando en cuando le da una punzada recordándole que está lejos, que cada paso le aleja de los suyos y es entonces cuando más añora la calidez del hogar, una palabra de su compañera, un balbuceo o  una risa de sus hijos. Aún así esa misma distancia él la vuelve a su favor y cuanto más se aleja, más se acerca al final,  y esto le da fuerzas y redobla su paso decidido, añorando, pero decidido, anhelando el regreso, pero decidido, dolorido pero decidido.

Ánimo, compañero José, porque al final te estás saliendo con la tuya y no vas solo, cada día más personas se solidarizan y de una forma u otra van contigo y, por lo que nos cuentas, por donde pasas te esperan, te reciben y se vuelcan. Merecerá la pena tener un relato más cercano de tu Marcha por el Derecho al Trabajo.

Nos ha mandado un sentido poema dedicado a su compañera, para infundirle fuerzas y que sepa que la lleva en el corazón, vamos a poner el final para que tengáis una idea de lo que siente este hombre, de su calidad humana y de como lo está pasando, con sus propias palabras, con sus propia voz, con su propia emoción.

Para entenderle hay que ponerse en su pellejo, no es fácil apretarse los machos y coger el camino, aunque no haya más remedio y la causa sea justa.


"La solidaridad, no se pide, el amor no se pide pero la dignidad si se tiene,
además de otras mas cualidades mi compañera del alma a mi compañera se le
rebosan al andar, al hablar, por que toda ella es dignidad.
¡ANIMO COMPAÑERA! ¡FUERZA COMPAÑERA ¡
¡Compañera del alma compañera mía!"







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