Para cambiar una situación desgraciada y dolorosa, como la que tenemos en Marmolejo con el paro, solo hay que hacer una cosa y es dejar de hacer lo que estamos haciendo ahora mismo, lo que se ha hecho siempre y empezar a hacer algo diferente, y eso, no cabe duda que traerá un cambio.
No podemos quejarnos de que las cosas no van bien, que esto no marcha, y seguir con la rutina de confiar en los mismos de siempre. No podemos esperar consecuencias diferentes de los mismos actos de siempre, de las mismas personas de siempre, de las mismas actitudes de siempre y ellos lo saben. Por eso resulta extraño o al menos paradójico contemplar la cabezonería del partido socialista de repetir a todas las personas de su lista electoral, aún a sabiendas de que el discurso está agotado y el pueblo sufriendo las consecuencias.
Es inexplicable que cuando todo falla, cuando no se presentan resultados positivos, y no nos referimos solo al trabajo, se insista en que más de lo mismo es lo que le conviene a los vecinos, cuando la lógica más apabullante o el simple sentido común indican claramente que lo que hay que hacer es cambiar el modelo y desistir de empresas fracasadas, ¿para qué queremos que se siga insistiendo en la bondad de proyectos que no dan trabajo a los padres de familia de Marmolejo?
. Vergüenza me daría a mi si fuera un alcalde que llama a los vecinos a las inauguraciones, para restregarles que casi ninguno de ellos han trabajado en las obras.
. Vergüenza me daría a mi si fuera el alcalde que pide el voto, por lo bien que lo ha hecho, a esos mismos parados, y no porque no haya habido trabajo, sino porque el trabajo no se ha sabido o querido encauzar hacia ellos.
. Vergüenza me daría a mi si fuera el alcalde que ha tenido la responsabilidad de gobierno durante el mayor escándalo urbanístico de la historia de Marmolejo, donde cientos de vecinos están en la cuerda floja y solo ocurrírsele azuzarlos contra personas inocentes y escurrir el bulto sin dar la cara.
. Vergüenza me daría a mi si fuera un alcalde y no tuviera nada que ofrecer mejor que mi dimisión a los vecinos, y no hacerlo automáticamente.
. Vergüenza me daría a mi si fuera un alcalde y hubiera perdido el contacto con los vecinos de mi pueblo, la perspectiva, el norte y cualquier referencia que le sitúe al lado de ellos y no enfrente intentando comprarles o comprometerles en una causa egoísta que no es la suya, espoleados por el miedo a señalarse o a contrariar y rebajándolos así en su dignidad. Hay un límite para el ansia de poder.
. Vergüenza me daría a mi si fuera un alcalde solo por ser alcalde, y nada más, si me llegara a creer imprescindible, único, irreemplazable, tan especial que ningún vecino fuera digno de ocupar "mi cargo", solo yo y siempre yo, si sintiera que la alcaldía es "mía" porque me la merezco y por puro orgullo y desprecio al resto del pueblo. ¿O hay algo inconfesable capaz de atar a un hombre a un sillón de esa manera?
En cualquier caso, la repetición continua de errores, el aferrarse irracionalmente a proyectos vetados, la manipulación diaria y la mentira constante exigen una revisión a fondo de conciencia y pensar fríamente si el camino que llevamos en Marmolejo es el que queremos, si merece la pena intentar salir de la ratonera sin opciones que supone más de lo mismo, si la culpa de estar viendo pasar el trabajo por la calle y no poder cogerlo no es solo, en el fondo, nuestra, por no haber sabido zafarnos a tiempo de esta lacra.
Nadie nos obliga a votar a un partido u otro, ni siquiera a tener dignidad o luchar por ella, pero estamos obligados a respetar las reglas del juego democrático y practicarlas no dejando impune la codicia, la mentira, la manipulación, el enquistamiento en el poder, el abandono, el miedo y las represalias, el desprecio y el insulto, porque si no lo hacemos, es como si nos diera igual vivir bajo cualquier déspota, sus caprichos y sus ambiciones y no hacer nada. No seríamos merecedores de la Democracia ni honraríamos su conquista.
No olvidemos que otro Marmolejo es posible y cada día más necesario..
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