En estos momentos, los vecinos de San Julián que quedan en la pedanía se afanan en ayudarse unos a otros, a salvar literalmente los muebles, ante la inminencia de que el agua, pasando de una parcela a otra, como hemos visto en una entrada anterior, está llegando al poblado y está detrás de los contenedores de basura de la entrada.
La preocupación de estos colonos es más que comprensible y conscientes de que dependen únicamente de sus propias fuerzas, se han puesto manos a la obra solidariamente, todos a una, como no podía ser menos, con la nobleza y vecindad que les caracteriza y de la que han hecho gala en anteriores ocasiones, siempre que ha hecho falta, es evidente, hay que ser un loco para no querer darse cuenta de ello y un inconsciente para intentar meter cizaña entre ellos.

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