martes, 7 de diciembre de 2010

Lo que el agua deja a la vista, a la entrada del poblado de San Julián.

Muchos fueron los que vaticinaron que al quitar el charco de la entrada de la pedanía, el que colmó el vaso de la paciencia de los vecinos, daría lugar a otro u otros, no menos molestos por ser más premeditados. Y no se equivocaron ni una cuarta los que lo vieron venir, ni un centímetro, ni un litro.



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