lunes, 19 de marzo de 2012

Hay que seguir el espíritu de la reforma laboral: hay que trabajar más, y los rentistas no trabajan; y hay que cobrar menos, y los rentistas cobran intereses muy altos.

El empresario es todo

Francisco Umpiérrez Sánchez
Rebelión


Llegó la crisis y se instaló. Ha generado desestabilización y miedo. Algunos pensaron que el capitalismo se resquebrajaba. Otros creyeron que la contradicción entre capital y trabajo había llegado a un punto irreconciliable. Pero la izquierda radical carece de poder. Y sin poder nada cambia. El movimiento 15 M apuntó a todos en vez de a la derecha, que cosechó un gran triunfo electoral. Perdió la izquierda. Ha llegado la reforma laboral. Y con ella la contradicción entre quienes tienen trabajo y quienes no lo tienen. Se ha instalado la contradicción en el seno de la propia clase trabajadora. No llegó la reforma del capitalismo. Si se carece de poder, es imposible que esa reforme llegue. Y han vuelto las ideas antiguas del capital. Y lo jóvenes parados esperan con entusiasmo que con esta reforma su vida cambie.

El empresario es todo. Es quien tiene la idea. Y debe llevarla a cabo. Tiene que contratar a trabajadores: crea empleo. Busca ayuda técnica: crea empleo. Necesita ayuda económica: pide crédito. Pone en marcha el negocio: crea riqueza. Paga a la seguridad social. Paga impuestos. Todo es gracias a él. El estado se mantiene gracias a él. Si todo es gracias a él y los jóvenes quieren tener empleo, entonces hagamos una reforma laboral que abarate los costos de trabajo. Y el PP lo ha hecho. Y los fundamentalistas burgueses, esos que se reúnen en Intereconomía, quieren aún más: que aumente la jornada laboral y se reduzcan las vacaciones.

El empresario tiene una idea. Pero esa idea es un fruto social. El lenguaje es social y los conceptos con los que construye su idea son igualmente sociales. También todos los recursos para hacer realidad esa idea son sociales: los trabajadores, el crédito (ahorro de la sociedad) y la ayuda técnica (el conocimiento acumulado de la sociedad). Y todos los días los empleados del negocio que el empresario “ha creado” tienen muchísimas ideas para mantenerlo a flote: en la producción, en la comercialización, en la administración, y en la financiación. Sin duda que el empresario necesita un sueldo superior al resto de los empleados, pero su función de trabajo no debe permitirle que se convierta en el amo del negocio, que sea la persona de quien dependa el destino de todos. La empresa es una obra de todos y todos deben ser sus propietarios. El empresario pudo haber tenido la idea inicial, pudo haber sido un gran entusiasta, pero la continuidad del negocio depende de las ideas y del entusiasmo de todos. Y como el esfuerzo es de todos, el fruto del negocio, los beneficios, debe ser repartido entre todos. Leer entero.

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