lunes, 1 de septiembre de 2014

DEMOSTRAR EL MOVIMIENTO ANDANDO


 ...sin más remuneración que ver la era limpia y la verdad en la calle. 

No tengo teléfono móvil, digo que no lo tengo y  hago como si no lo tuviera, porque cuando hablo con alguno de mis paisanos, no tiene sentido si no le miro a los ojos..., y en él veo y con él me veo, construyendo torres inclinadas de ideas que, lejos de caerse, suben y trepan hasta donde se puede entender a mi pueblo con la suficiente perspectiva y claridad, o me sorprendo arando campos en barbechos de futuro, destripando terrones de  pasado aciago a golpe de mocho de azada libertaria, o, simplemente, trasvasando sentido común, con cuidado, entre las manos y los corazones, para tranquilizar a los que sufren de los vientos de la sinrazón en este pueblo, mi pueblo, sin puertas ya al campo, libre..., carajo, al fin libre.

Si, libre, porque yo lo digo, porque tú lo piensas, porque todos lo sabemos, solo queda decirlo en voz alta, con decisión, quizás con incredulidad o con el mismo estupor que sintieron los presos de los campos malditos cuando, un buen día, habían desaparecido los guardias y a ellos ya no les quedaban ni lágrimas para recibir el más duro golpe de libertad que puede experimentar una persona, la que es devuelta, así, con dolor, alumbrada, y a cuya luz hay que acostumbrarse de nuevo.

Hace tres años, o tres expos, si queréis, dos secretarias, dos interventores y un armario de deudas, hace, en definitiva, tanto tiempo que parece una eternidad, en los tiempos en que  San Julián aún era la Ínsula Barataria de un Sancho sin seso ni tino, incapaz de escarmentar y compañero de nada parecido a un quijote; tanto que ya casi ni nos acordamos de que cuando hubo que poder, solo IU pudo querer, y quiso poder ejercer la rebeldía.  Tuvo que ser a empujones de honradez, a codazos de participación ciudadana, a patadas de civismo y bocanadas de transparencia; así por las bravas, en las barricadas de la decencia y las trincheras del trabajo sin hiel y sin más remuneración que la de ver la era limpia y la verdad en la calle. 

Así que pase lo que pase, nosotros los que no regalamos nada, porque nada es nuestro, los que no hacemos desaparecer la hacienda pública, porque la consideramos sagrada, como la leche materna, tan necesaria y escasa, los que no comerciamos con la necesidad de los vecinos a cambio de los votos de la desvergüenza, y los que pensamos que la tierra la honra las manos del obrero y la envilece las ansias del politicucho corrupto; aquí estamos, aquí estaremos y aquí seguiremos, señalando el camino desde la palabra común, para que podáis llamarnos comunistas, desde el desafío a los que nos imponen leyes castrantes, esclavistas y lesivas para el ciudadano, para que podáis llamarnos revolucionarios, ácratas o anarquistas, desde la esperanza y la rebeldía, para que podáis llamarnos ilusos..., si,  pero cambiando lo que haya que cambiar para seguir estando orgullosos de demostrar, una vez más el movimiento andando. 

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