No repitamos la historia.

EREs o Gurtel, tanto monta, monta tanto.

En Sevilla se relamen los de la Gurtel, pactando con su marca blanca, C,s, receptora del voto transfuga y desencantado del soe. En la puerta de las reuniones está esperando, la derecha de la derecha,  a que se le invite a pasar..., otra cosa será cuando quieran echarlos. Los pesoistas de los EREs están que echan las muelas, andan encabronados por los pasillos y rincones, ladrando, bufando y buscando algo contra lo que arremeter. Es el encabronamiento típico del que pierde un sillón, chollo, ganga, bicoca y renta que creía tener bien abrochada y en `propiedad vitalicia.

No hay que alarmarse, esto solo es una fase, como los granos en la pubertad. Un síntoma más de la calamitosa realidad política nacional basada en una dicotomía irresoluble, una dualidad irreverente con la ley y el sentido común, el bipartidismo de la vergüenza, de la corrupción y el engaño que supone esta democrácia sobre el papel y verdadera tomadura de pelo a pie de calle.

La alternativa está clara, el cortijo del PP sucederá al cortijo del Psoe. No hay que preocuparse porque no vamos a notar demasiado el cambio de cacique. Vuelve a peder el pueblo, la democracia, la honradez, el sentido común, el futuro y la esperanza. Y no es que sepamos que tal o cual va a meter la pata o la mano, es que vemos la tele, leemos los periódicos y el espectáculo no tiene desperdicio, ni perdón, ni explicación, ni hay por donde cogerlo. El PPsoe ha dejado claro que han pasado por sus filas lo mejor de cada casa, lo más granado de la delincuencia y la flor y nata de la corrupción económica, política y empresarial.

Es lo que trae el desgobierno de la corrupción, que apesta desde lejos y cuando se toca hiede especialmente. No sé cuanto tiempo nos queda hasta que empecemos a ver a las camisas azules desfilando marcialmente por nuestras calles, pero por el momento ya se permiten señalar con violencia a los que no son como ellos. Ya se seleccionan grupos, objetivos y colectivos a captar, así como los que hay que repudiar. El descontento está pasando a ser odio y este, violencia. Poco a poco se están viendo síntomas y detalles escandalosos de que se está repitiendo, como calcado de un manual, episodios ya olvidados que si no se tratan debidamente a tiempo, pueden desembocar, de nuevo, en una espiral de violencia familiarmente catastrófica.

A ver si la historia nos ha enseñado algo, por lo menos a no repetirla. Estemos atentos, porque esto es mucho más serio de lo que parece.