... CADA CUAL QUE PIENSE LO QUE VEA.
Cada día se venden test de antígenos a cascoporro, como si fuera el fin del mundo. El personal, ahora que los tiene un poco más baratos, no se priva de mantener una vigilancia constante por si las moscas. Los positivos salen como churros, muchos cuasi asintomáticos, por lo que, natural, la mayoría ya "pela" este "resfriado griposo" en su casa por su cuenta y riesgo.
En los consultorios, como siempre, al límite de sus capacidades físicas, técnicas y humanas, tiran de pragmatismo heroico e intentan poner cordura en la insania que nos rodea priorizando un triaje telefónico a capa y espada que, a los mas, los deja en casa, tocados del ala y a verlas pasar. Lo malo es que el personal llega enseguida a la conclusión de que "para ese milagro, no hacía falta ningún santo", así que chitón, disimulo, secretismo, omisión y "el que quiera saber..., que vaya a la escuela".
La basca que se vuelve a hacer los test, una y otra vez, palillo va y viene, en un grimoso mete-saca de narices, poco a poco, va asumiendo y normalizando aquello de que, si nada se tuerce, si dios quiere, si la virgen me deja como estaba..., la cosa quedará en agua de borrajas y aquí paz y después gloria.
De esta manera, la novedosa y cotidiana levedad vírica, junto al boleto acreditativo que exhibimos en todo el morrillo, divisa garante de pautas y tercio completo de banderillas vacunadoras, nos abre el camino de una emancipación de facto del Sistema Sanitario y la posibilidad de disfrutar, en secreta y doméstica privanza, de periódicos y leves escarceos con variantes covidteras de baja estofa y lascivia incontrolable.
No nos engañemos, porque esta aparente salida por la puerta grande de la tutela sanitaria, es solo un espejismo. No es de la misma manera que en el Derecho Romano, el esclavo, que tenía doble condición de persona y cosa, podía ser emancipado definitivamente, nosotros, que ni siquiera tenemos esa suerte, estamos convenientemente cosificados bajo la patria potestad de un sistema que nos reclamará periódicamente a tercio de banderillas o varas, según se tercie o reclamen los clarines mediáticos de la industria farmacéutica.
Con todo lo dicho, por si a alguien le interesa, estos son los datos que nos ofrecen:
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