sábado, 10 de noviembre de 2012
SALVEMOS EL OLIVAR SERRANO.
Es una realidad que los marmolejeños/as empiezan a labrarse un futuro de progreso en algunos de los sectores productivos de nuestra localidad, pero hay un sector, quizás el más importante, que aún tiene muchos deberes pendientes por realizar; me refiero al sector agrícola, aún anquilosado en el individualismo y la desunión a pesar de los intentos positivos que, me consta, se empiezan a promover desde el ayuntamiento y entidades agrarias en pro de la unidad y el cooperativismo.
Pero aún por encima de esto hay un tema mucho más grave que es necesario que abordemos con inmediatez para que se vaya creando la consciencia necesaria, sobre todo en los agricultores olivareros. Me refiero al grave problema de la erosión de nuestros olivares, y por tanto al empobrecimiento de nuestros suelos. No es un tema baladí, creedme. Leer entero
Suscribo al cien por cien lo dicho por el articulista. Me consta que lo más fácil y cómodo es tirar herbicida a plan parejo o romper los viejos lindazos cuando al tractor le molesten, pero eso sólo traerá a medio y largo plazo miseria y desolación.
ResponderEliminarMuy interesante esta reflexión sobre el olivar de sierra. Mi abuelo tenía unos olivos en la Romera, y los tenía sobre unos bancales perfectamente construidos por su padre cuando él aún era un chaval. Además el olivar estaba rodeado por una linde de lentiscos,madroñeras, romeros y arrayanes, que cuidaba primorosamente porque solía decirnos que esa linde le sujetaba las avenidas de agua y le retenía el suelo, y que por tanto era como el seguro de vida de sus olivos. Por necesidades de la vida, tuvo que venderlos y hoy después de casi treinta años, he vuelto por allí y me he encontrado aquel entrañable olivar, donde eché muchos ratos agradables de mi infancia, muy cambiado. Los bancales han sido destruidos por los tractores; apenas crece la hierba y las lindes han sido roturadas y secada su vegetación por el uso indiscriminado de los herbicidas; eso sí ahora hay unos enormes canjorros que impiden que una persona pueda andar cómodamente por allí. Si mi abuelo viviera creo que se entristecería mucho al ver como lo que tanto costó mantener y conservar se encuentra hoy semidestruido por la avaricia de unos cuantos ignorantes sin escrúpulos y sin amor alguno hacia la herencia que nos legaron nuestros antepasados. Espero que estas reflexiones sirvan para algo y que algo empiece a cambiar porque si no pronto será tarde.
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