Marmolejo. Se trata de que o comemos todos o no come nadie; no hay otra, no nos han dejado otra.

 No se trata del "conmigo o contra mí", se trata simplemente del "entre todos, si."
 Se acabaron las élites, no hay pan para tanto chorizo.

No se trata tanto de la caida de un régimen, el cristobista o manoliano o como se quiera llamar (socialista no, por supuesto), como de evidenciar que hay una alternativa real, palpable y, no próxima o  inmediata, sino que ya está en marcha.

Se trata de testar lo que hay en la calle; que las personas quieren un paso más, que lo están dando y prefieren darlo solos que mal acompañados, o al menos sin la tutela cuestionable de los de siempre.

No se trata de venganzas, sino de hastío, de mirar hacia adelante y no hacia atrás, de que la memoria solo sea un instrumento, como un bastón, para apoyarnos al caminar y no volver a caer en el hoyo.

Se trata de que ha llegado la hora y "el cambio", siempre prometido y tan manoseado, ha llegado y ha pillado a la vieja guardia política marmolejeña con el pie cambiado. 
Precisamente ahora, cuando el pueblo pretende marcar el paso, no va a consentir que líderes de insignificante carisma, dudosas intenciones y réproba moral, anticuados, trasnochados y miopes les digan a nadie por donde tienen que andar, correr o volar para escapar de la asfixia que ellos mismos han provocado con su ambición desmedida, su incompetencia y ansias de poder.

No se trata del dinero robado, extraviado o escondido, sino de expulsar a los ladrones del templo. 

No se trata de de las promesas incumplidas, sino de dejar de manejar al pueblo como si fuéramos unos infelices dispuestos a creernos todo.

No se trata de que unos cuantos dejen de vivir a costa de los demás a un nivel de vida privativo para la mayoría, sino de la necesidad, por simple higiene de la dignidad, de cortarle el rollo a unos cuantos que van de VIP y de élite en virtud del carné y la impunidad que proporciona.

Se trata de una necesidad básica, la de ocupar en la sociedad, cada cual su propio espacio vital, con todos los extras que conlleva: el del respeto automático, la dignidad centralizada, igualdad de oportunidades asistida de total información y apoyo, la ausencia de exclusión social, los derechos básicos garantizados, la realización personal garantizada y participación ciudadana respetuosa y a medida de las necesidades y aspiraciones, todo de serie y sin que nadie venga a recortar ni un centímetro, sin ni un paso atrás y sin concesiones gratuitas, ni milongas, ni peajes, ni chantajes , ni engaños, ni servilismos, ni que nos toquen las narices.

No se trata de amargarle la fiesta a quienes tan bien les iba administrando lo que, para ellos, no era de nadie; sino de que entiendan que es preferible que algunos dejen de pegarse la buena vida para que haya pan para todos, que dejen de derrochar para que haya menos deudas que pagar entre todos, que hay que abrir el abanico de vecinos con derecho al trabajo público, y así lo que haya que se reparta entre todos, que dejen de exhibir el carné del partido y que se conciencien que los padres de familia sin carné también tienen derecho a una oportunidad.

No se trata de ellos o nosotros, se trata de o todos o nadie. No se trata de nada personal, se trata de la supervivencia de un pueblo. No se trata de cambiar las normas por cambiar, sino de abolir la injusticia execrable que supone la división sangrante de un pueblo en ciudadanos de 1ª y de 2ª, con derechos y sin ellos, afiliados y sin carné, sumisos y rebeldes, consentidores y opositores, cómplices y represaliados...

No se trata del "conmigo o contra mí", se trata simplemente del "entre todos, si."