Marmolejo, emigrando hoy a Francia en las mismas condiciones de hace cuarenta años.

Las fotos son de hace unos meses, traídas en el móvil de algunos de los marmolejeños que fueron a hacer la campaña de la manzana a Francia.
Las imágenes nos retrotraen a la época de la habicholilla, "haricot", en el país vecino, pero hace cuarenta años. Entonces no había teléfonos móviles para inmortalizar los barracones y las pésimas condiciones de vida, y con el tiempo aquellos que durante muchos años hicieron el penoso y obligado peregrinaje,  camino de una frontera donde los examinaban como si fueran ganado, junto a la familia y todos los pertrechos que podían llevar en los incómodos y atestados autobuses, ya que allí no se debía comprar nada porque todo era muy caro, han elegido quedarse en la memoria con las anécdotas más simpáticas y hacer un guiño al olvido de las maratonianas jornadas de recogida de la  "haricola", como preferían los españoles llamarla, y que luego, por la noche, se alargaban unas horas más porque tenían que clasificarla a mano. Para ellos, los patrones eran buena gente, que vivían de una forma diferente, en el campo y trabajando mucho, a pesar de que eran propietarios de grandes fincas, eso era difícil de comprender, pero formaba parte de las rarezas de la tierra. Qué se le iba a hacer, las cosas estaban así y el puñado de francos que se traían después de varios meses de verano francés, en Marmolejo se multiplicaban en muchas pesetas que daban un respiro, pagaban deudas e incluso llegaban para hacer alguna reforma en la casa.

Hoy se cobra en euros, el viaje es mucho más rápido, pero por desgracia las condiciones de vida, en muchas ocasiones, siguen siendo iguales o peores. En el caso que nos ocupa, lo peor era la falta de ventilación en el barracón donde dormían los hombres, las mujeres tenían más suerte porque pernoctaban en caravanas, y en general el tener que hacer vida en una nave pertrechada "de aquella manera" que hubiera valido para echar un día de campo poco exigente, pero no para tener un grupo de trabajadores semanas y semanas apañándose de cualquier manera.

Qué se le va a hacer, las cosas siguen estando así, dirán algunos para conformarse, seguro que hay personas trabajando y viviendo en peor situación, y para verlo no hay que irse a Francia, ni siquiera salir de Andalucía. Pero también es seguro que debemos aspirar a recibir un trato humano y digno, sea cual sea nuestra situación laboral y sobre todo cuando se emigra tan lejos y se está especialmente indefenso. Igualmente debemos de exigir que se dispense ese mismo trato, al que aspiramos nosotros cuando salimos fuera, a otras personas que están en esa misma situación de vulnerabilidad pero en nuestra tierra.

Las fotos han tardado en salir varios meses, ya que cuando volvieron los trabajadores tardaron un tiempo en poder tramitar y cobrar lo cheques con que les pagaron sus servicios de recogida de manzanas. Hay que decir, en honor a la verdad, que los testimonios recibidos siempre alabaron la corrección en las condiciones de trabajo en el campo y el trato personal recibido y las numerosas quejas estaban dirigidas a las condiciones de habitabilidad de las instalaciones y enseres. Hoy algunos de ellos han vuelto a Francia y están trabajando en la misma explotación agrícola. Es lo que tiene el paro, que nos empuja a buscar el sustento donde sean necesarias un par de manos dispuestas para cualquier trabajo, y ante la situación económica general actual, y en particular de Andalucía y de Marmolejo, no descartamos que, a pesar de los pesares, la emigración sea un mal menor y hasta plato de gusto frente a la ruina, impotencia y exclusión social que nos depara el futuro con la actual reforma laboral.

Las casas de la zona.

Las manzanas.

La ducha.

El comedor.

Las camas.

Los colchones.

Fin de campaña.

El arremate.

El fregadero.

La cocina.