Marmolejo va camino de una Revolución Pacífica que acabará con un cuarto de siglo represivo.

Lo peor de todo lo que está pasando en Marmolejo, es que estos falsos socialistas que tenemos en el Ayuntamioento, y se hacen llamar Equipo de Gobierno, a estas alturas, siguen sin enterarse de nada.
No se enteran de que el pueblo está ya más que harto de prepotencia y malos modos. Ya nadie se vende por un plato de lentejas y máxime cuando el que te ofrece las lentejas va de mariscada a tu costa.

Estos no se dan cuenta de que cuando los vecinos piden una Democracia Efectiva, no lo hacen por incordiar, sino porque la necesitan para sentirse integrados y participes en la toma de decisiones que afecten a su futuro.

Estos no quieren ver que hay necesidades entre los marmolejeños que van  más allá de la conveniencia de ellos, necesidades reales democráticas de control de sus vidas y no se resignan a ver pasar el tiempo, perdidos o en manos de quien no les entiende o les da la espalda.

Estos no quieren aceptar que está produciendose una evolución constante de la ciudadanía en la forma de interpretar la gestión pública y querer participar de ella, y que esta aspiración, a base de ser desatendida e incluso acallada está desembocando en las condiciones necesarias para que se dé una auténtica Revolución.

No hay nadie más ciego que quien no quiere ver la realidad y se empeña en acomodarla a los intereses propios. No hay nadie más tonto que quien se lo hace, mirando para otro lado y creyendo que el pueblo tiene que estar contento con lo que se le imponga desde la Alcaldía, sin querer ver que el pueblo va por otro camino y demanda  otras iniciativas.

Los vecinos de Marmolejo quieren más, no solo que se les hagan "regalos" (infraestructuras) para conformarles,  como se le pueden hacer a un niño para que se calle la boca, sino que necesitan sentirse valorados, apreciados y cómplices del desarrollo de su pueblo, ya que si esto fuera así, otro gallo nos cantaría y no veríamos pasar las oportunidades por delante de nuestras narices sin pode aspirar ni a las migajas.

Los marmolejeños no queremos que piensen por nosostros, necesitamos, en pleno siglo XXI, palpar nuestra valía para vivir en armonía y colaboración y así ver crecer nuestro pueblo, que vuelvo a repetir, el crecimiento de Marmolejo no es el aumento del número de edificios, sino de la calidad de vida de los vecinos, y su satisfacción por conseguirlo con el esfuerzo combinado de todos y todas.

Los que esperan que solo nos manifestemos cada cuatro años, los que están atónitos porque los ciudadanos reclamamos otra forma de hacer las cosas, los que no se explican que con la inauguración de cuatro edificios no sea suficiente para tener al pueblo comiendo en sus manos, es que no se enteran de nada, es que no conocen a sus vecinos porque no paran de mirarse al ombligo y solo ven lo que les interesa.

Marmolejo va por el camino de la Revolución Pacífica, la de las urnas, en la que se va a sacudir un pasado castrante y represivo, para iniciar un nuevo camino participativo, en libertad y sin miedo, una nueva página está por escribirse y en la que tendremos cabida todos y todas.

Si nos paramos analizar detenidamente la relación entre los vecinos de Marmolejo, nos damos enseguida cuenta de que la inmensa mayoría quiere llevarse bien con su semejante, sea de la ideología que sea, aspira y necesita esa tranquilidad para el desarrollo de una sociedad cordial y sin sobresaltos, de la misma forma que la mayoría de los vecinos sabe que hay una pequeña minoría que está interesada en crispar, enfrentar y propagar un clima de rencor y maledicencia absolutamente dañino para el pueblo, pero que es lo único que los mantiene en el poder.

Estos señores, deformadores y desvirtuadores de los valores democráticos se esconden detrás de unas siglas y detrás de unas personas que no se parecen a ellos en nada. Estos señores llevan años amañando la política local en beneficio propio sin representar a nadie más que a ellos mismos, llevan demasiado tiempo burlando los mecanismos democráticos y piensan seguir haciendolo, mientras no les paremos lo pies en las urnas. Pues bien, ha llegado la hora de hacerlo, de superponer los intereses del pueblo a los de unos pocos, de jugarsela y defender los valores democráticos a cuerpo y en la calle, como hicieron nuestros mayores cuando llegó la hora de dar la cara, sin miedo y con ilusión por el cambio (que en este caso más que un cambio retórico, será una  profunda transformación).

Porque otro Marmolejo es posible y necesario.