MOVILIZACIONES | Las 'Brigadas Internacionales' del 15-M
Las 'Brigadas Internacionales' del 15-M
Bruno, Jesús, Karim, Mara y Luis.
Viene de elmundo.es - Jose María Robles | Madrid
Actualizado jueves 19/05/2011 21:14 horas
"Esta reivindicación no es nacional ni europea. Estamos viviendo un cambio global que requiere una respuesta global. Todos los jóvenes estamos encontrando los mismos problemas para tener un futuro digno, para ser protagonistas de nuestras propias vidas, para decidir por nosotros mismos».
Mara, nacida en Italia hace 29 años y residente en Madrid desde hace dos, presta voz y rostro a los 'indignados' menos visibles de la acampada en Sol: los nacidos fuera de nuestras fronteras. De paso, demuestra que la 'Spanish Revolution', frente a lo que ha sucedido en la denominada 'primavera árabe', no está protagonizada exclusivamente por población autóctona.
"Yo me fui de Italia por la falta de oportunidades", añade Mara, profesional de la Comunicación Social en paro y cobijada entre plásticos y cartones desde el domingo. "En principio venir aquí pintaba bien. Lo que ocurre es que muchas empresas se han agarrado a la palabra crisis para justificar sus recortes. No somos personas; para las empresas somos gastos, productos para utilizar y desechar", critica. "No veo ninguna diferencia entre los problemas de la juventud española y la italiana. Allí, si acaso, falta un poco más de conciencia crítica. No tenemos un espacio para pensar ni para hablar", concluye, para seguir con su trabajo en la comisión de Infraestructuras.
'Pedimos lo básico'
Integrante igualmente de estas 'brigadas internacionales' de carácter pacífico es Karim Iaye. Vino de Guinea-Conakry hace 14 años. Ahora tiene 32, y las últimas tres noches ha pernoctado en la Puerta del Sol. Una notable muestra de compromiso por parte de quien en el pasado llegó a dormir en la calle por falta de recursos. "Apoyo a los jóvenes porque están sin trabajdo, sin casa, sin nada... He vivido la misma situación, es normal que se manifiesten para cambiar el sistema", empatiza con la protesta.
En la capital de España, pero entre toldos que recuerdan a los que cubren malamente tantos suburbios de todo el mundo, este camarero desempleado desde 2009 pide "por lo menos lo básico: trabajo digno, techo, unidad y paz".
Jesús Rodríguez, venezolano de 25 años, ocho de ellos entre España y Francia, hace suyo el "objetivo estandarte" del movimiento ciudadano que se puso en marcha el pasado domingo: "Cambiar el sistema electoral, acabar con el bipartidismo y atender cuestiones vinculadas a la crisis, como el paro, la vivienda...".
Aunque se ve a sí mismo "en un sofá de oro" en comparación con sus compatriotas, considera que sus expectativas de futuro "bastante jodidas". "He estudiado Traducción e Interpretación, hablo seis idiomas y casi tengo que decir que soy músico". Con falda de hawaiano, colgante de flores y su ukelele bajo el brazo disfrazaba Rodríguez la madrugada del miércoles el sonido de la lluvia. Un canto a la vertiente más festiva del mundo globalizado.
Dar ejemplo
Intentando no empaparse pasó también Luis Vásquez (Colombia, 12 años en España) su primera noche junto al colectivo Toma la Plaza. "Estoy de acuerdo en exigir empleo digno y en dar ejemplo a la clase política. ¡Fuera los corruptos de los partidos, que devuelvan el dinero que se han llevado!".
Vásquez es empresario autónomo en el sector hostelero. Durante un año ha regentado un bar en la zona sur de Madrid, con una persona en nómina. "Ya no me puedo endeudar mas, así que lo voy a tener que cerrar. En gran parte por culpa de la ley antitabaco. La gente que entraba, con unos recursos medios, ya no lo hace. Por culpa del tabaco y de la economía, se queda en su casa...", da salida a su desesperación.
El caso de Bruno Assis, portugués de 33 años 'alistado' en la comisión de Alimentación, es diferente. "Estoy aquí por solidaridad. Ésta es mi gente, mis amigos... Acepto sus propuestas. Les preocupa que en este país haya mucho paro, muchos estudiantes que terminan la carrera y no encuentran trabajo. Quieren alquilar un piso y no tienen trabajo ni dinero. Y no quieren más mentiras".
Tras 17 años en España, reconoce que la situación de la vecina 'geraçao à rasca' (generación precaria) "es casi igual: una catástrofe. Pero no sólo en Portugal o España, sino en toda Europa. Es inaceptable".
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