NOTA DE PRENSA
Marmolejo reivindica con
una gran retrospectiva el legado de Jofra, el pintor de los
campesinos
- La exposición 20 AÑOS SIN JOFRA, que se inaugura el próximo 28 de septiembre (21.00 h.) rinde homenaje al popular artista jiennense en el vigésimo aniversario de su fallecimiento
- Casi 40 paisajes, retratos, dibujos y otras piezas de coleccionista reunidas de forma excepcional conforman la muestra
21 de septiembre, Marmolejo (Jaén).-
“Busco la verdadera cara de la vida, la tragedia que todos llevamos
y nos hace arrugas”. Hace justo dos décadas fallecía
prematuramente el pintor José Francisco Díaz Navarro, Jofra
(Marmolejo, Jaén, 1942-Madrid, 1992), conocido popularmente como el
pintor de los campesinos. El Excmo. Ayuntamiento de su localidad
natal, a través de la Concejalía de Cultura, rinde ahora homenaje a
este artista inclasificable y pone aún más en valor su obra
plástica con un programa de actividades que culmina con la
exposición 20 AÑOS SIN JOFRA. Una muestra que abarca tres décadas
de trayectoria profesional y presenta a través de casi 40 piezas
generosamente cedidas para la ocasión los géneros en los que el
jiennense desplegó su talento: paisaje, retrato y dibujo.
“Quienes tuvieron la suerte de conocerle lo retratan
como un hombre amable, cariñoso, libérrimo, inquieto hasta la
hiperactividad, apasionado y siempre sincero”, contextualiza José
María Robles, comisario de la retrospectiva, periodista y paisano
del malogrado creador. “En términos artísticos fue un creador sin
escuela, un verso suelto. Y en cierto modo, también un ‘outsider’,
alguien que asumió con orgullo el título de pintor de campesinos
por lo que implicaba de desafío, de desacato frente a la
marginalidad y la proverbial indefensión del mundo agrario, aunque
paradójicamente él provenía de una casa acomodada. Por momentos,
esa búsqueda suya de la raíz mezcla de dolor y placer, ese viaje a
la esencia de buena parte de Andalucía, recuerda al de un cantaor
flamenco. Sólo que Jofra no lo hizo a golpe de garganta, sino con un
pincel en la mano”.
20 AÑOS SIN JOFRA (28 de septiembre – 28 de octubre)
se distribuye en las dos plantas del Museo de Arte Contemporáneo
Mayte Spínola de Marmolejo (c/ Jesús, 29). La primera ha sido
concebida como introducción al mundo de Jofra y su círculo de
amistades, así como archivo visual de sus apariciones en periódicos,
revistas y libros. La segunda planta alberga las obras escogidas para
la ocasión del amplio catálogo del artista. Entre ellas, varios
retratos de familiares, conocidos y sus afamados campesinos.
“Él mismo calificó como pintura social sus trabajos
sobre hombres y mujeres del campo, gentes comunes a las que captó
con sus necesidades y angustias a cuestas y con muchas de las cuales
llegó a tener un trato cercano, por no decir familiar. Hoy esos
retratos, casi perfiles psicológicos, tienen algo de espejo de
desván, porque conservan el reflejo de aquello que fuimos”,
subraya el comisario.
“No obstante”, agrega Robles, “la obra de Jofra es
diversa y acepta muchos más matices. Es una obviedad decir que su
manejo del color y del trazo remiten a Van Gogh y al expresionismo,
como también lo es hacer notar que detrás de la densidad de
empastes y el gusto deformante que plasmó en no pocos de sus lienzos
subyacen los postulados del Art Brut. A ello se añaden los nombres
propios que el propio artista fue aireando en la prensa a modo de
inspiración: el citado Van Gogh, Goya, Kokoschka, Solana, Tolouse
Lautrec… Y Dalí, por cuyo personaje público sin duda se sintió
atraído”.
El recorrido por la muestra continúa con un misterioso
tríptico que Jofra elaboró a cuatro manos con su colega Raúl
Fuente. Ambientado en aparencia en una feria, el conjunto comparte
cierta atmósfera de irrealidad y un lugar destacado en el recinto
con la composición –¿una Última cena?– que sirve de cartel
anunciador de la propia exposición.
Justo
enfrente se abren de par en par algunas ventanas al mar a las que
Jofra se asomó desde su infancia gaditana, dejando patente que su
vínculo con la tierra y el entorno agrario tiene un contrapunto
atlántico. Precisamente con una sucesión de postales rurales y
diferentes ensayos con la geometría de los pueblos del Sur, a la que
el artista no quiso renunciar jamás, concluye el itinerario.
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