CON LA QUE ESTÁ CAYENDO, EL QUE PUEDA ARRIMAR EL HOMBRO Y NO QUIERA, NO TIENE PERDÓN DE DIOS Y TRAICIONA A SU PUEBLO.
Dicen que dios creó al hombre a su
imagen y semejanza, esa afirmación se las trae, viendo lo visto no
se sabe ya a ciencia cierta, de quien será la culpa de este carácter
tan típicamente humano, o divino habría que decir, que demasiadas
veces prefiere sacar hacia los demás lo peor de cada casa, bien
aduciendo motivos defensivos ante falsas ofensas o como táctica
interesada para conseguir cualquier cosa que termina no mereciendo la
pena.
El caso es que el hálito que dicen
que nos infundió el creador o la suerte nos infiere muchas malas
costumbres y otras lindezas que algunos se esfuerzan en exhibir
orgullosos de sí mismos. Pobres diablos. No en vano dicen que errar
es humano y... perdonar divino.
Aunque aquí, en Marmolejo, hemos
llegado a un límite en el que no hay perdón de dios. Partimos de
una realidad irrefutable: Estamos en medio de la peor crisis que se recuerda, las cosas están
como están, en lo social, económico y laboral, son como son, hay
que reconocer la realidad, no olvidar sus causas y culpables, y saber enfrentarse
a sus consecuencias. Y este es el motivo inexcusable,
primordial y único por el que no tenemos perdón de dios si no
arrimamos todos el hombro, si no nos quitamos los muñecos de la cabeza,
trabajamos a lomo lleno por nuestro pueblo, en definitiva por
nosotros, por las siete mil y muchas almas que vivimos en Marmolejo,
por las dos mil familias que componemos la comunidad marmolejeña, ya que en
definitiva formamos una sola, y miramos cara a cara a la ruina que
nos han dejado, trabajando juntos, dando el 110% de nosotros mismos,
de nuestro esfuerzo e imaginación. Y esto no es alarmismo, sino la
pura realidad.
En los años de bondad, las decisiones
políticas se pueden permitir un margen de maniobra, de error, hay
tiempo para demagogias y experimentos, se puede pensar en estrategias, disimular y dar vueltas mareando la perdiz, esperando oportunidades más propicias, pero cuando los
tiempos son difíciles, como ahora, este margen se acorta, hasta
anularse si se agrava la situación como es el caso. Por eso solo puede haber una
única dirección que nos podamos permitir, un único sentido para
los actos y las políticas, la de aprovechar todas las oportunidades
y cada minuto por el bien común, la de calcular cada paso para que
sea productivo, la de la suma de voluntades, la del ahora y todos
juntos o nunca, la del inconformismo con la mala estrella de la
crisis, la contraria al derrotismo...
Si es verdad que crisis significa
oportunidad y cambio, entre todos tenemos una oportunidad única de
procurar cambiar la catastrófica situación y de enfrentarnos a
todos los problemas, sin prejuicios y con la convicción de que
estaremos haciendo lo correcto, cumpliendo con nuestra obligación
más allá de partidismos, de intereses personales o de distracciones
estratégicas absurdas.
No nos equivocamos si valoramos la
situación actual de extremadamente delicada y susceptible de
empeorar, según todas las previsiones, en las familias hay carencias
económicas que la mayoría de los marmolejeños están viviendo por
primera vez, en el ayuntamiento, las deudas heredadas son
abrumadoras, suponiendo en la práctica un obstáculo monstruoso para
el desarrollo municipal, determinado que la simple supervivencia de
la administración local y el mantenimiento de los servicios
esenciales habrá de pasar por una adaptación delicada pero
necesaria, habrá que hilar muy fino, trabajar duro, optimizar todos
los recursos, mover Roma con Santiago y conseguir la ayuda y
complicidad de la sociedad marmolejeña para capear el temporal y
alejar al mismo tiempo el fantasma de la exclusión social de entre
los más desfavorecidos y castigados por la crisis.
Hasta aquí estamos de acuerdo de que Marmolejo es cosa de todos, que tenemos que implicarnos todos en la
normalización económico social y el avance hacia el futuro, pero
hay que ser francos y hablar claro, los primeros que deben implicarse
son los políticos y el personal de la administración local. La
lucha contra el paro, la exclusión y los efectos de la crisis pasa
por la implicación de las personas que han sido elegidas para
representar al pueblo y las que trabajan a sueldo para atender y dar
servicios públicos a los ciudadanos. Sería intolerable que
políticos y personal del Ayuntamiento se desentendieran del
sacrosanto deber de cumplir fielmente con la sociedad y la labor
encomendada. Sería imperdonable que unos y/u otros se dedicaran a
cualquier cosa que no fuera sacar el máximo rendimiento a la gestión
municipal o intentaran dificultarla.
En cuanto a los trabajadores
municipales, (siempre hipotéticamente), sería intolerable que no cumplieran fielmente su
cometido, que estuvieran en contra de optimizar la administración y
los recursos, que se dedicaran a defender posturas políticas en
lugar de cumplir con su trabajo, que boicotearan la labor e imagen
del gobierno local, tratando con desden a los vecinos o dándoles
informaciones incorrectas, alargando trámites innecesariamente o
extraviando documentación, haciendo mal uso de los bienes de todos o
prestando un deficiente servicio... estas y otras conductas, en los
tiempos que corren, no se podrían considerar simples malas
costumbres, expresiones de descontento o inconformismos, falta de
atención o interés en el trabajo, estas actitudes conforman un
delito grave contra el pueblo y solo buscarían llegar a una
situación de desgobierno intolerable e inaceptable. Que si bien el
objetivo pueda ser perjudicar la imagen del Equipo de Gobierno, lo
que se consigue es un acto de insolidaridad y grave perjuicio para
los ciudadanos, lo que yo calificaría de traición al pueblo de
Marmolejo, quien hace o hiciere esto no se merece estar cobrando un
sueldo a costa de todos, mientras muchos marmolejeños están en paro
y pasando mil fatigas. Putear al pueblo no debe de ser gratis y ni
mucho menos tener como premio un empleo público por la cara. En Marmolejo,
por lo menos, no.
Si me he permitido estas palabras,
quizás duras, pero necesarias, es porque me salen del alma, no puedo
con la injusticia desde las instituciones, se quien sea el que las
cometa, sea el funcionario incumplidor, corrupto o indolente o el
político aprovechado, caciquil, inmoral o que quiera pervertir el
sistema en su beneficio. Entiendo todos estos supuestos como objeto
de tolerancia cero por cualquier comunidad que se precie, verdaderos
cánceres sociales a extirpar, a los que no hay que dar tregua, ni
tiempo de gracia, ni beneficio de la duda, ni explicación más allá de enseñarles donde está la puerta. No es de recibo que cuando hay
mala praxis en cualquier cargo dentro de la empresa privada haya
mecanismos para corregirlos y en la gestión pública sea gratuito e
incluso recompensado y muy difícil de gestionar en contra de estas
conductas en empleados públicos, no digamos en cuanto a cargos
electos.
Por ello, no entiendo la indignidad en
los políticos, la falta de vergüenza torera, de no querer saber cuando llega
su hora, cuando se han pasado de rosca y cuando tienen que dimitir.
Aún rondan por ahí los socialistas marmolejeños, protagonistas de
mil gestos y negocietes, de chanchullos diversos a lo largo de años
de impunidad y alegalidad, amenazando que volverán, pregonando que
hay listas negras con las que purgarán la sociedad marmolejeña a su
regreso, intimidando a timoratos incautos y crédulos, intentando
demostrar a la justicia que el malo era siempre otro, que ellos
simplemente pasaban por allí y a la sociedad que les queda cuerda
para rato. Por el bien de todos espero que no sea así, Marmolejo no
aguantaría otro saqueo. Yo acuso a estos de alta traición al Pueblo
de Marmolejo.
Aplicando la misma regla de tres, hay mucho Traidor contra el Pueblo suelto, cualquier político que pudiendo, no quiera trabajar; todo el que, con
la que está cayendo, esté más interesado en sacar tajada política
que ayudar al pueblo. Me cisco en las mulas del gestor que ponga
condiciones particulares a arrimar el hombro y precio a su
colaboración en la gestión, de quién tenga más prejuicios que
vergüenza, del que haya sido elegido para representar al pueblo y
solo se represente a sí mismo, sea quien sea. Me indigno cuando se
hace lo posible e imposible por ralentizar la acción de gobierno
esperando tiempos mejores, porque esperar es un lujo para quien no
tiene nada, hay que comer todos los días y vestirse y atender las
necesidades más básicas de las familias. Hay que ser un cobarde
para ver a los demás políticos y al pueblo, codo con codo en las
trincheras y no aparecer o pedir prebendas para hacerlo. Hay que no
tener entrañas para poner condiciones a la ayuda humanitaria, en
tiempos de necesidad. Hay que ser un desalmado para ver desangrarse
la sociedad y solo pensar en como se le puede sacar partido. Solo los
inadaptados chantajean con romper la pelota si no se juega según sus propias reglas y solo los imbéciles e idiotas se creen en posesión de la
verdad absoluta y en su nombre, queriendo ser más papistas que el
papa pisotean a todo el que está a su al rededor. A veces, hay que
ser muy cortito para creerse un genio, y el más recto da los pasos más torcidos. Hay que ser muy ciego para no
ver que la coyuntura actual no da margen para perder el tiempo en
melindres. Y hay que ser muy necio para creerse hoy que si el que
está trabajando cae, eso pueda beneficiar a nadie. La mezquindad no tiene premio.
En cualquier caso, hablar claro no creo
que perjudique a la verdad, más bien la fortalece. A veces clamar
contra la necedad de cuatro, tres, dos o un iluminado que complican
la vida a los demás en interés propio, no es clamar en el desierto.
Rebelarse es lo que nos queda, la fidelidad a la causa del pueblo con
honestidad, la cabeza alta y las ideas muy claras.
Salud y memoria.
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