No hay autoridad sin ser competente, no la hay sin ser legal y hoy, en San Julián no la hay, sin ser querido
No es la plaza Tahrir, ni la Puerta del Sol, no se trata de una secuela de la Primavera Árabe, ni de un rebrote del 15M, solo es San Julián, un pueblo tomando la calle, su calle, la de todos. Cada cual lo cuenta como le va la feria, pero todos coinciden en que se está viviendo un momento histórico.
Se avanza, cuando en este país no se para de retroceder, San Julián avanza, porque sus vecinos lo hacen, dan pasos firmes en la dirección que les pide el alma, la de la dignidad de todo un pueblo, la de razón, la de la huida de la represión y la de descubrirse encontrándose a sí mismo en la fuerza de la comunidad, el compañerismo y la amistad. Lo que importa es dejar el gueto atrás y sentirse unidos y a salvo, lo demás, lo que sobra, lo que frena, lo que enfrenta y separa, solo es un cuento, milongas para mantener una posición opresora y represiva por parte de unos señores que solo buscan su propio beneficio egoísta y particular y que removerán cielo y tierra para que nada cambie y sigan siendo "los putos amos", aunque ya es tarde, el pueblo ha despertado y no está dispuesto a dejarse avasallar.
Pudiera decirse que en la Candelaria ardieron y se consumieron todos los tarugos, unos en la candela y alguno en su propia inquina e incompetencia. La pérdida de autoridad es inherente al abuso de la misma, así como es bien sabido que esta autoridad, la que viene de abajo hacia arriba, son los de abajo los que han de fiscalizarla. Huelga decir que si es el caso como este en que la posición, dentro del estamento que confiere ese prestigio y privilegio, se ha conseguido con medios fraudulentos, no es ni ético, ni honrado, ni decente exigir obediencia y lógicamente, sin obediencia no hay autoridad.
No hay autoridad sin ser competente, no la hay sin ser legal y hoy no la hay sin ser querido, sin ser aceptado como persona investida de la dignidad suficiente como para merecer el respeto de la comunidad, no la hay si no se respeta al pueblo, la autoridad, hoy en día, no es cuestión de fuerza y si lo fuera, sería la fuerza de los ciudadanos la que prevalecería frente al tirano. No se puede decir más claro, aunque si más alto: "Piloto", si tuvieras una migaja de sentido común, dimitirías, si te dieras cuenta de la realidad que te rodea, dimitirías, si la ceguera te dejara ver el mundo en el que vives, dimitirías, si los vecinos contaran algo para ti, dimitirías, si no estuvieras peleado con la razón y obsesionado con ser lo que no eres, dimitirías, si tuvieras la pizca de dignidad y vergüenza torera que se tiene que tener para irse cuando no te quieren, te irías, si renunciaras a la fuerza de la sinrazón y la violencia de la imposición de tu voluntad contra viento y marea, te irías, y si aceptaras que tu tiempo ha pasado, te retirarías y dejarías de remar a contracorriente, dejarías vivir en paz a tus vecinos, dejarías de alimentar odios y enfrentamientos, dejarías de esconderte detrás de mil excusas para flotar en un mar de abusos y contradicciones para salirte con la tuya, que no es otra que alargar la agonía de un pueblo coartando su necesidad vital de paz, dignidad y libertad. Como no tienes nada de esto, ni falta que te hace, estás donde estás, echo un mamarracho que no para de meter la pata, no te enteras que ser alcalde no es un oficio, ni un capricho, ni una venganza, ni un arma, ni un instrumento para ser el perdonavidas del pueblo, ni un chollo para tener privilegios extras y nulas obligaciones.
Solo un desequilibrado, un dictador o un corrupto entienden que ejercer la autoridad consiste en ejercer la represión, que manda más el que más prohibe, que la prepotencia es el camino del fuerte, y que la fuerza es la que garantiza el gobierno. Frente a esto solo hay que decir que las reivindicaciones de los vecinos son lo único legitimo que queda en San Julián, lo demás huele a podrido. Si se les hubiera escuchado alguna de las muchísimas veces que han dado sus quejas y hablado de sus problemas y necesidades, ahora no estaríamos en el punto que estamos. A los vecinos se les ha ignorado y se les ha tratado con frialdad numérica, para enterrarlos en el desprecio a sus problemas y aspiraciones, para que no den ruido, se ha preferido el sencillo y demoledor recurso de empadronar fraudulentamente a un número suficiente de "votos socialistas". Todo esto ha colmado la paciencia de los que realmente viven en San Julián y ha llegado la hora de gritar: "nunca más, hasta aquí hemos llegado y ni un minuto más en esta agonía".
Que no ardierais como el ramón oreao... ¡cuandos os habéis visto en otra! Gritaba el voceador trasplenario.
ResponderEliminarPrecisamente, la senda que hay que abandonar, la de la amenaza y el insulto. Qué malo es el aburrimiento... cuando el diablo no tiene nada que hacer, algo hace con el rabo.
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