Puerto Príncipe, una estampa desoladora
Foto: Reuters
MADRID, 14 Ene. (EUROPA PRESS) -
Pasadas las primeras veinticuatro horas desde que un devastador terremoto de 7 grados en la escala de Richter sacudiese Haití, las imágenes y los relatos de los primeros periodistas internacionales llegados a Puerto Príncipe dibujan una desoladora estampa de cadáveres apilados en las calles, supervivientes retirando escombros con sus propias manos para tratar de rescatar a los que permanecen con vida bajo los escombros, heridos que no encuentran hospitales donde poder ser atendidos y una población que trata de improvisar refugios donde aguardar la llegada de ayuda humanitaria.
Es en estos momentos cuando uno se plantea que es lo que puede hacer. Desde la distancia, poco, solo quizás colaborar económicamente en lo posible para tranquilizar la conciencia y sufrir interiormente por las injusticias y desastres de esta vida que se ceban siempre con los más débiles.
También queda pensar que el gobierno que tiene nuestro dinero para lo que le interesa, ya que nos representa, debería retratarse en nuestro nombre. Pero no, como siempre, en primera instancia y luego cuando la noticia se va de los periódicos se olvida el tema y queda en manos de las ONGs para que sea el pueblo quien tenga a sus espaldas y conciencia la obligación de ayudar a estos desafortunados.
Pasa que muchas veces se terminan olvidando estos desastres y la ayuda que necesitan es a medio y largo plazo. Que a veces esa ayuda, en términos relativos, son migajas para lo que se traen los gobiernos occidentales y que Ahití siendo de los países más pobres del mundo cualquier iniciativa sería bien venida. Seamos solidarios pero, más quien más puede, desde la administración tendría que haber una sensibilidad mayor.
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