Julio Anguita renuncia a su pensión vitalicia como ex-parlamentario
Julio Anguita renunció por escrito a la paga de pensión máxima vitalicia a la que tenía derecho como ex-parlamentario, argumentando que “con la pensión que le correspondía como maestro tenía bastante".
Julio Anguita o ¿por qué no todos los políticos son iguales?
Lucas León Simón
Cuando José María Aznar y Felipe González nos dictan al común de los
ciudadanos una lección de indecoro e insolidaridad, cuando nos enteramos
que María Dolores de Cospedal gana al año 241.000 € con el cobro de
tres sueldos públicos y la Pajin otro tanto por el estilo, cuando
sabemos que el presidente de la Diputación de Castellón no tiene mas
remedio que declarar un patrimonio de 3,9 millones de euros cuando hace
cinco años NO declaraba ninguno, nos enteramos que, de manera totalmente
accidental, se ha sabido que hace siete años, Julio Anguita renunció
por escrito a la paga de pensión máxima vitalicia a la que tenía derecho
como ex parlamentario, argumentando que “con la pensión que le
correspondía como maestro tenía bastante”. Genio y figura.
Julio Anguita viene a demostrarnos que el dicho populista de “todos los políticos son iguales” no se verifica, al menos en su totalidad. Que hay distintas formas de ser y estar en la política, de entender los compromisos éticos y ejemplarizantes de un cargo público y que la erosión que afecta a nuestra moral pública tiene un freno. No todo es poder y dinero. Tengo la fortuna de ser amigo personal y haber sido de un equipo
de gobierno de Julio. Conozco la sobriedad espartana de su espíritu. Sé
que en pocas personas se verifica una mayor consecuencia entre lo que
dice y piensa y su modo de vida. Nunca había acabado de entender por qué
considera un punto de felicidad dormir la siesta en verano sobre una
manta tendida en el suelo, ni por qué su mayor consideración del lujo y
del ocio es jugar una partida de dominó al atardecer, cuando está de
vacaciones. En esta dura mitología del capitalismo, Julio juega
contracorriente. Y su compromiso consigo mismo y con la sociedad, gana.
Julio Anguita hace suyo el lema de Ghandi de “vivir sencillamente, para que los demás puedan, sencillamente, vivir”. Y desde su antisimetría con el político al uso nos aporta soluciones a nuestros graves problemas con la ética y la estética del cargo público.
Maestro vocacional, traslada la pedagogía a cualquier escenario, y cuando la acción política diaria, quema y unta, Julio la quiere convertir en lección a pequeña y gran escala.Los ideólogos y profetas de la modernidad, reunidos en torno a un gran medio informativo nacional, pensaron que lo invalidaban para la política cuando acuñaron aquello de “honrado pero desfasado”. Su huella llegó hasta el Parlamento en voz de algún replicante “moderno”. ¡Bendito desfasamiento!Es decir, exentos de las jactanciosas modernidades de los políticos pendientes de la dieta, la nómina y el futuro cargo en el Consejo de Administración de cualquier sucursal del Gran Capital, Julio Anguita, sin contárselo a nadie, y mucho menos a esos sistemas mediáticos que encumbran la vulgaridad y el populismo, le había dado una soberana patada en el culo al sistema. ¡Métanse su degradante paga vitalicia donde les quepa!¿ Porqué no seguiran su ejemplo otros ? Esto tambien lo hizo la cantante griega Nana Mouskouri que estuvo en politica, hasta llegó a ser la representante de Grecia en el Parlamento Europeo y viendo la situación que se avecinaba en su pais hizo lo mismo.
Que bien me cae este Anguita, últimamente leo y veo algunos discursos suyos y me identifico 100% con el, la putada es que cuando estaba Anguita yo no tenia interes en la politica y ahora con lo conozco no creo en los politicos
Pocos actuan así, contados con una mano y sobran dedos...
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