DOMINGO, 28 DE AGOSTO DE 2011 11:39 GESTOR Diario Jaén PROVINCIA - ANDÚJAR
Villalba 26/02/2010 |
La asamblea local de Izquierda Unida considera que las obras que se acometen en el cauce del río Guadalquivir a su paso por el municipio iliturgitano no resuelven el problema de las inundaciones. Exige una solución definitiva para evitar que se produzcan nuevos desbordamientos.
La asamblea local de Izquierda Unida solicita de forma urgente, tanto a la Administración central como a la autonómica, que acelere cuanto antes una solución definitiva para evitar que se produzcan nuevas inundaciones como consecuencia del desbordamiento del cauce del río Guadalquivir a su paso por el municipio iliturgitano. Con la intención de valorar el estado actual del problema y de las posibles intervenciones, el coordinador local de Medio Ambiente de IU, José Manuel Marín Señán, junto con la alcaldesa pedánea de Llanos del Sotillo, Trinidad Lorenzo, visitaron recientemente las obras de acondicionamiento que se llevan a cabo en el cauce del río Guadalquivir, desde el Puente Romano hasta la pedanía de La Ropera, para comprobar “in situ” el estado de ejecución y los previsibles resultados. En los trabajos se invierten 1,6 millones de euros.
Una vez terminada la visita, el dirigente de la formación de izquierdas, José Manuel Marín, afirmó llevarse una impresión “muy desalentadora”, y comentó:“Lo que se deduce en el terreno es que pretenden rectificar el trazado natural del cauce del río, haciéndolo más rectilíneo y así facilitar una mayor velocidad del agua y, por consiguiente, la no deposición de sedimentos”, explicó Marín. El representante de IU considera que esta intervención podría resultar válida si a partir del poblado de La Ropera hicieran la misma operación “aguas abajo”, aunque dijo que se encuentran con la estrechez del valle y lo que es más grave: la presa de Marmolejo. leer entero.
Estoy de acuerdo en que se busquen soluciones al problema de las inundaciones, pero eso no acabará con el problema. Tarde o temprano volveremos a tener nuevas inundaciones pues el problema de fondo no es otro que el cambio tremendo sufrido en las prácticas agrícolas desde los últimos 40 años para acá. Mientras el agricultor olivarero no cambie de mentalidad y continúe tozudamente manteniendo los olivares límpios como una patena, y con los suelos endurecidos a costa del abuso de rulos y de toda clase de maquinaria pesada, nuestros campos seguirán siendo como tejados de teja plana que a la más mínima precipitación escupirán sin freno, hacia ríos y arroyos, cantidades cada vez más incontrolables de litros de agua, con efectos perversos y devastadores. Esa es la triste y dramática realidad que parece no queremos asumir.
ResponderEliminarRepito, mientras no cambiemos las prácticas de cultivo en el olivar, seguiremos lamentando año tras año perjuicios como las inundaciones de nuestras vegas, la aparición continua y escalofriante de profundos regajos en nuestros olivares, y la pérdida, en definitiva, de los mejores y más fértiles suelos.
Siempre he pensado que los antiguos fueron más listos que nosotros; conocieron al detalle las leyes de la naturaleza porque dependían de ella y observaban a diario su funcionamiento. Sacaron de ella el máximo provecho sin violentar, por ello, sus normas equilibradoras.
Solo con darnos una vuelta por nuestros campos nos daremos perfecta cuenta de los errores cometidos: hemos roto los lindazos y acabado con su rica vegetación arbustiva que tanto beneficio nos hacía (lentiscos, chaparros, romeros, hinojos, madreselvas, etc, etc.); hemos acabado con las praderas que antaño formaban la corteza vegetal y esponjeaban el suelo reteniendo la humedad de las lluvias; hemos destrozado bancales, cercas y albarrás que construyeron nuestros antepasados con esfuerzo, mimo y sabiduría; hemos abusado de los rulos apelmazando los suelos e impidiendo que estos puedan absorber el agua de la lluvia.
El tema está claro, o cambiamos ya nuestros hábitos o el proceso de degradación que hemos iniciado será irreversible, y no vale echarle la culpa solo a los políticos. No vale ya que nuestro egoísmo y nuestra codicia de al traste con nuestro bien más preciado; nuestra agricultura y nuestra naturaleza