Que en Marmolejo ya no hay miedo.

(Recordamos que esta noche hay pleno,  ver orden del día.)

Todavía no se han enterado.

Marmolejo ha cambiado en cuestión de días, pero hay quien no se quiere enterar. En la puerta del ayuntamiento, en el tablón de anuncios por primera vez hay listas de aspirantes a diferentes trabajos y la baremación que se ha hecho de sus curriculums, por primera vez en veinticuatro años, no se dan los trabajos a dedo y se le explica a los vecinos el criterio seguido para las contrataciones laborales, y lo que es más llamativo, por fin las personas que trabajan para el ayuntamiento, están todas DADAS DE ALTA EN LA SEGURIDAD SOCIAL, que ya nos vale que esto tenga que ser una noticia a estas alturas, o que ya no se mandan "sueldos" a decenas de personas a sus casas, todos los meses sistemáticamente, solo por ser socialistas.

Sin embargo, los del chanchullo, los que nunca han hecho nada sin amañar los resultados, los que metían a trabajar a maridos, padres, hermanos y sobrinos a dedo y amenazando a quien se quejara, esto sencillamente no lo entienden. Lo mismo que no entienden que los marmolejeños entren en el Ayuntamiento, sin miedo, que se hable con los concejales sin que eso suponga un favor especial, sin deberle nada a nadie y que el alcalde te reciba en su despacho, en el despacho de pueblo, con una recién estrenada cordialidad que nunca antes se había visto entre esas cuatro paredes, acostumbradas al desprecio, la amenaza, el miedo y el tejemaneje sistemático.

No se hacen a la idea de que su tiempo se ha acabado, el tiempo de pesadilla caciquil decimonónica en que el Ayuntamiento de Marmolejo estaba sumido hasta hace solo unas semanas. Lo malo es que desde el día de la catástrofe electoral socialista, hasta hoy, no han dado ni un paso en condiciones, no han tomado decisiones de calado al respecto ni han encarado el futuro con responsabilidad, o sea, que la rabieta ya dura meses y tiene pinta de enquistarse en el seno del Psoe local, lo que sería catastrófico para esta formación, que no olvidemos, tiene unas bases ajenas a estas salidas de tono desproporcionadas y que, al contrario de sus cuadros, si han tomado el verdadero pulso a la realidad marmolejeña. Quizás sea porque las bases socialistas han sido y son victimas, como el resto de los marmolejeños, de los abusos, las ineptitudes e irresponsabilidades,  tan frecuentes como antisociales,  que con toda naturalidad ejercían sus cuadros, los cuales no pasan fatiga ninguna desde nunca y llevan toda la vida nadando en la abundancia y mandando con puño de hierro sobre los más débiles.

El Nuevo Marmolejo, al que todos aspiramos y que ya está en marcha no es así, es diametralmente opuesto al absolutismo descerebrado y corrupto en el que hemos vivido hasta ahora y a eso es a lo que tienen pánico los cuatro sujetos nostálgicos del anterior régimen cristobista, pero por mas que pataleen, contra el pueblo, ya no pueden hacer nada, porque EL PUEBLO YA NO TIENE MIEDO.

Es verdad que a falta de argumentos, no paran de lanzar bulos, mentiras y despropósitos  y que caducan a las pocas horas ellos solos, cuando los pocos que les puedan hacer caso, comprueban que todo es falso. Ni siquiera les funciona ya eso de "calumnia que algo queda", sino todo lo contrario, cada infamia y cada vez que intentan manipular a los vecinos, se les vuelve en su contra, se convierten en alardes insensatos, propios de personas muy cortitas de miras y menos memoria, que hasta hace muy poco ejercían una dictadura y hoy no sosportan la TRANSPARENCIA, LA DEMOCRACIA PARTICIPATIVA, y sobre todo la HONRADEZ.

Marmolejo está cada vez más contento del paso que se ha dado y dispuesto a colaborar en la creación de su futuro, por primera vez lo que se oye en el ayuntamiento suena a cultura democrática y el barullo y vocerío antidemocrático y la distorsión caciquil se escuchan en otros edificios y otros  ámbitos, todos ellos relacionados con los que tanto daño han hecho a Marmolejo, su economía y sus vecinos en el pasado reciente. Y es que todavía no se han enterado y parece que no se van a enterar, porque no hay peor sordo que el que no quiere oír.