Movilización frente al golpe constitucional
José Luis Centella Gómez
Secretaría de Comunicación del PCE
La decisión del Gobierno de acordar con el PP un cambio de la Constitución para consagrar la estabilidad presupuestaria como norma constitucional, viene a culminar una larga serie de actuaciones con las que Zapatero y el PSOE han hecho el trabajo sucio al capital porque en la práctica esta propuesta supone introducir una de las señas de identidad de las políticas conservadoras y neoliberales que han producido la crisis económica que padecemos y que, en el ámbito europeo, tratan de que sus consecuencias las sigamos pagando los más débiles.
En este caso Zapatero y el PSOE han dado un salto de graves consecuencias, ya que la reforma constitucional que pretenden, significa anular o limitar gravemente la capacidad de actuación de los gobiernos con políticas fiscales adecuadas a las diferentes fases del ciclo económico. Conlleva también un grave riesgo para el mantenimiento o mejor dicho para la recuperación del Estado de bienestar, porque pone mucho más difícil recuperar derechos sociales, laborales y económicos perdidos en los últimos tiempos.
Cuando lo que hace falta son actuaciones que den respuestas inmediatas a los millones de parados/as y precarios/as que sufren las consecuencias directas de la crisis, esta propuesta ni por su contenido ni por sus plazos de aplicación tendrá influencia en la necesaria reducción de los niveles actuales de déficit público, cosa que por otra parte sólo puede lograrse, sin deteriorar gravemente el tejido económico y social de nuestro país, mediante la promoción del crecimiento económico y del empleo, con una fiscalizad progresiva.
Claramente se confirma que el Capital quiere aprovechar la crisis para consolidar su modelo neoliberal, tratando de hacerlo irreversible. Para decirlo con otras palabras trata de situar fuera de la constitución toda política socialmente avanzada, lo realmente grave es que Zapatero y el PSOE le faciliten tanto el trabajo.
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ARTÍCULO DE LA GACETA.
ResponderEliminarEl PSOE ha muerto, lo ha matado Zapatero en un mar de incompetencia despilfarradora y en una selva de exuberante estupidez. Rubalcaba tiene las trazas sombrías del enterrador. No se trata de profecía, ni tampoco de deseo. El óbito se produjo, por fallo multiorgánico, el 22 de mayo. La estructura territorial del PSOE está debilitada, cuarteada, cuando no es inexistente en media España o más. El PSOE no existe en la Comunidad Valenciana, Murcia y Castilla y León; apenas en La Rioja, Cantabria y Madrid; está noqueado en su antiguo feudo de Castilla-La Mancha. Esto quiere decir algo tan decisivo como que Rubalcaba carece de huestes para su campaña. Su precampaña es la propia de un partido desgastado y marginal, con reuniones de escasa asistencia en las que el mediocre Rubalcaba semeja personaje del Club de la Comedia.
Por si fuera poco, un PSC a la deriva, incapaz de asimilar las dimensiones de su derrota y sin rectificar ninguno de sus groseros errores (desde el separatismo al proislamismo), suelta amarras en franca sedición. El nefando servilismo socialista hacia la banda terrorista ha sumido al socialismo vasco en una intensa crisis que sólo el disfrute del poder disimula. En Andalucía, los socialistas se desangran en cainitas ajustes de cuentas.
Sin estilo y sin dignidad, las ratas, en estampida, abandonan el barco que se hunde. Renuncian a figurar en las listas Alfonso Guerra –la antigua casa común está hoy en ruinas–, José Bono, Manuel Chaves, Antonio Gutiérrez, Carmen Calvo, Elena Salgado, Miguel Sebastián, el bombillas.
Un Rubalcaba errático y patético –entregado a las salvajes hordas del 15-M y mendigando un detalle a los asesinos de ETA– anuncia que su primera ley al llegar a la presidencia del Gobierno que nunca alcanzará será la de la eutanasia. Pero la única muerte digna que practicará es la del PSOE. Muerte, sí, aunque con carretadas de indignidad.
Otrosí: la constitucionalización del techo de gasto o equilibrio presupuestario es el fin del socialismo para los restos porque socialismo es gasto y saqueo. Pero Merkel manda.