De la (supuesta) democracia representativa a la (efectiva) democracia participativa
Nacho Dueñas
Tercera Información
Hasta el 15 de mayo de 2011 muchos de nosotros, que nos teníamos por dignamente informados y relativamente críticos, aceptábamos el montaje de un aparato de poder. El camelo de la democracia desde la dictadura.
Tuvo que despertarse un huracán a partir de un bendito 15-M para que nos diéramos cuenta de la terrible mentira en la que se sustentaba toda la arquitectura jurídica del presente sistema. Hasta entonces, muchos de nosotros, que nos teníamos por dignamente informados y relativamente críticos, aceptábamos el montaje de un aparato de poder que, si bien con deficiencias y aspectos considerablemente mejorables, no dejaba de representar un genuino intento de construir democracia.
Así, es verdad que nos regíamos mediante una constitución aprobada en refrendo, gestionada por unos partidos políticos generadores, con mayor o menor fortuna, de unos espacios de participación popular; las consultas electorales eran limpias, y la prensa, relativamente libre. La policía, no obstante algunos abusos cometidos con cierta frecuencia, se mostraba moderadamente respetuosa con la ciudadanía; y la economía, aún dentro de los cánones del capitalismo, no dejaba de tener una cierta vocación redistributiva, a partir de la puesta en práctica de un keynesianismo socialdemócrata.
En definitiva, hicimos buena la máxima de Winston Churchill de que “la democracia es que llamen a tu casa de madrugada y sea el lechero, y no la policía”. Tuvo que llegar, repito, el 15-M para pensar que es una democracia muy sospechosa aquella en la que el lechero llame de madrugada, y no por la mañana, cuando ya la gente está despierta. Leer entero.
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